Tíscar Lara ha tenido a bien traer esta tarde a Madrid a Cristóbal Cobo para hacer una de las primeras presentaciones públicas del que, seguro, será uno de los libros del año, y del que venimos hablando hace tiempo en este blog.
La sensación, después de escuchar a Cobo por streaming (supongo que pronto subirán el video de la presentación) y seguir el debate en twitter, es que los temas de los que discutimos son recurrentes y aparecen una y otra vez en el imaginario de la Educación 2.0, al menos desde hace ya cuatro o cinco años, si no más: que lo importante es la metodología, o el software y el hardware son lo de menos, por poner un par de ejemplos… (se habló de muchas otras cosas, pero ahora me quedo con esto…)
La metáfora más acertada al respecto es la del propio Cristóbal Cobo: la integración de las TIC en las instituciones educativas quería hacerse en plan Caballo de Troya, en cuyo interior se encontrarían los cambios educativos anhelados, que saldrían de improviso e invadirían las aulas en un proceso mágico de transformación del proceso de enseñanza/aprendizaje.
Y va a ser que no.
La triste realidad es que las herramientas (el software y el hardware) han sido secuestradas por los mismos que ya sustentaban el poder, una panda que sigue aplicando sus burdos medios de coacción y control (el currículo, la evaluación…), que se dedica a seguir coartando las libertades y la creatividad en los procesos naturales desde sus puestos de dominio dentro de las instituciones, cerrando la puerta a la serendipia, al azar, a la autonomía del estudiante, dueño de su propio aprendizaje. En definitiva, los mismos que han arruinado la gestión educativa pretenden perpetuar el modelo a través de las nuevas tecnologías.
Al terminar su presentación, alguien le preguntaba a Cristóbal Cobo que cuáles eran los próximos pasos en la «hoja de ruta» del cambio educativo. Bajo mi punto de vista, no hay otra hoja de ruta que la revolución (y no me refiero a la «revolución secreta» de Brian Lamb (tan secreta que no hay quien la vea), sino a una que afecte al proceso de verdad).
Afortunadamente, Cristóbal es mucho más optimista que yo. Seguro que en Aprendizaje Invisible nos ofrece muchas pistas que nos ayuden a cambiar de idea…
Totalmente de acuerdo con David.
Con todo, es curioso, yo ahora soy más optimista que hace un año. Esto ya es imparable. El chiringuito de los currículos, la evaluación y otras zarandajas se viene abajo. Se nota en el ambiente, en la gente.
En buena parte, la crisis actual no es solo económica, es una crisis de modelo. Está sirviendo para poner de manifiesto la incompetencia de la gente a la que te refieres. Esa «revolución» la veo como un cambio generacional.
En todo caso, el momento es crítico (de «crisis»/»cambio») y eso significa que hay países que crecerán a través de la crisis y otros que se hundirán. Por citar dos casos que conozco, Holanda y Suecia son sociedades que viven ya en el siglo XXI. España lleva una década retrocediendo; quizá le quede una carta en la manga, pero la gente joven y brillante está yéndose en masa, y sin ese cambio generacional va a ser muy difícil ponerse al día.
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