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Present Shock. When Everything Happens Now (2013). Douglas Rushkoff contra la tiranía del update

imagesSigue el desfile de grandes figuras de la tecnofilia que entran en modo pánico ante la marcha de los acontecimientos. Esta vez da un paso al frente Douglas Rushkoff, uno de los codexvangelistas de la programación digital, el profeta del renacimiento 2.0 (entre otras muchas cosas, porque ha tocado casi todos los palos, incluso los más frikis).

La cara de susto que se le ha puesto en la foto de su web ya es bastante elocuente, pero cuando abre la boca es peor, porque se pone a largar del «terror de los tiempos modernos», que es lo que hace en su último libro: Present Shock. When Everything Happens Now (Current Hardcover, 2013):

Como es preceptivo, Rushkoff lanza a la palestra dos nuevos palabros: “digiphrenia” (jugando con la palabra «esquizofrenia») y «fractalnoia» (jugando con la palabra «paranoia»):

  • Por digifrenia entiende «el estado de desorientación que te aqueja cuando intentas procesar al mismo tiempo las actualizaciones de Twitter y la lectura tranquila del periódico» [«the kind of disorientation you get when you’re trying to process something as fast as Twitter and something as slow as a news article in the same sitting»]. Vamos, todo un clásico, pero muy bien formulado; te lo dice un digifrénico irredento.
  • Por fractalnoia entiende «las equivocaciones que cometen las organizaciones cuando intentan predecir las grandes tendencias de futuro a partir de unos pocos datos del pasado inmediato» [«the mistakes organizations make when they try to predict major future trends using small bits of data from the recent past» ]. En definitiva, la dificultad para identificar patrones desde nuestra insignificante escala personal.

Está claro que la reflexión sobre el tiempo está de plena actualidad; el mundo posdigital nos ha roto los esquemas y nos fuerza a una nueva gestión de algo que ya no es sólo biológico, sino también digital (Cronos v. Kairós). No somos mecanismos de flujo, sino seres humanos programados de forma rutinaria y cíclica. Uno se acuerda de un clásico que no podía faltar cuando daba los primeros talleres sobre blogs y educación: «es que yo no tengo tiempo para hacer eso». Bendita inocencia. La tiranía del update nos ha puesto en una situación límite, el lifestreaming nos ha vuelto digifrénicos y fractalnoicos.

El autor acuña otros conceptos patológicos que me interesan un poco menos, pero que llamarán la atención de gente como Alejandro Piscitelli o Carlos Scolari, ya que tienen que ver con las narrativas transmedia (lo habrán hecho ya, porque los dos están al tanto de todo, no sé cómo lo hacen): «narrative collapse» («colapso narrativo», de efecto paralizante, ya que transforma el movimiento en «occupy»), «overwinding» (no sé cómo traducirlo, pero es más o menos lo que se conoce como «efecto mariposa»), y «apocalypto» (ese deseo de que pase algo «apocalíptico» constantemente; que nace, como es natural, de un flujo en el que nunca pasa nada porque todo pasa al mismo tiempo).

Además, la argumentación del autor me convence menos. Entiendo el colapso narrativo desde un punto de vista hermenéutico, y no me parece que la fragmentación de un discurso sea incompatible con la creación de narrativas. En cuanto al overwinding o la noción de apocalypto, me parecen ideas irrelevantes, porque siempre han formado parte de la naturaleza humana. La metáfora «zombie» no es nada nuevo, ni el minimalismo, ni ninguna de las cosas que se pretenden hacer pasar por novedosas en este libro.

No me cabe duda de que Rushkoff lo que quiere es hacer caja, montándose en la ola del ciberescepticismo. No hay nada malo en ello. Al contrario, lo hace con inteligencia, sobre todo, como he dicho, cuando reflexiona sobre el tiempo, esa cuestión palpitante. Aquí lo tienen, predicando desde una tienda de relojes viejunos:

Morozov contra Steve Jobs. Un magnífico panfleto delirante

Tengo la impresión de que en España se conoce poco a Evgeni Morozov (Bielorrusia, 1984). No me suena que se haya traducido The Net Delusion: The Dark Side of Internet Freedom, y pocas veces lo he visto citado en los medios, a pesar de su visibilidad en la prensa (anglo)sajona.

Morozov es un cafre inteligente, uno de esos tipos que conoce bien las dictaduras (como la que aún se mantiene en su país de origen), y que, por tanto, sabe que cualquier cosa puede usarse con fines totalitarios. De hecho, su interés fundamental se centra en el uso totalitario que se contiene en las nuevas tecnologías.

El año pasado irrumpió como elefante en cacharrería, denunciando, con una agudeza e inteligencia notables, «los engaños de la red», que fue como tradujo el título de su libro Luis M. Alonso, en un magnífico artículo que se publicó en La Nueva España, y que es lo único de interés que conozco sobre Morozov en nuestro idioma.

No voy a hacer un recorrido por las polémicas que Morozov ha ido levantando en estos meses. Pero me gustaría llamar la atención sobre un ensayo larguísimo y delirantemente estimulante (de hecho, en Italia se acaba de publicar como libro exento) que salió a mediados de marzo en The New Republic: «Form and Fortune. Steve Jobs’s pursuit of perfection—and the consequences», y que es un ataque furibundo contra la filosofía de Steve Jobs y la «religión de las apps».

A mí el ensayo me parece un alegato socialistoide al estilo de otro conocido «pensador» poscomunista (Zlavoj Žižek). Antes o después, el mundo se cansará de Morozov, como lo ha hecho de Žižek, que se ha convertido en una caricatura de sí mismo; pero mientras tanto el furibundo ataque del bielorruso a la «falsa religión» del intocable iGod no puede pasar desapercibida. Como una abeja especialmente punzante que se esfuerza en agujerear la piel de un buey (al que le bastará un movimiento de la cola para tumbarla).

No voy a hacer una crítica del ensayo, simplemente voy a dejar aquí algunas citas reveladoras del mismo, para dar una idea del interesantísimo disparate, que recomiendo encarecidamente.

  • El «platonismo industrial» de Jobs. Forma y esencia se confunden en conceptos como «perfección» y «pureza»:
  • Neither Jobs nor Ive tells us exactly what he means by “pure,” […] It appears that “pure” products exhibit a perfect correspondence between their form and what both Jobs and Ive refer to as their “essence.” […] It is a kind of industrial Platonism. […] Pure products are born, not made; any visible signs of human assembly—say, screws—would make it hard to believe in the higher integrity, the perfection, of the product.

  • El reino de Jobs no es de este mundo:
  • The idea that the form of a product should correspond to its essence does not simply mean that products should be designed with their intended use in mind […] No matter how trivial the object, there is nothing trivial about the pursuit of perfection. On closer analysis, the testimonies of both Jobs and Ive suggest that they did see essences existing independently of the designer—a position that is hard for a modern secular mind to accept, because it is, if not religious, then, as I say, startlingly Platonic.

  • La falsa revolución de Apple:
  • Apple’s most incredible trick, accomplished by marketing as much as by philosophy, is to allow its customers to feel as if they are personally making history—that they are a sort of spiritual-historical elite, even if there are many millions of them.

  • La tecnología Apple y el mito de la caverna de Platón. Una metafísica de la modernidad totalitaria:
  • Jobs’s most impressive achievement was to persuade the shackled masses that they could see the Platonic forms without ever leaving their caves. Marketing—with its shallowness and its insidious manipulation of the consumer—would normally be relegated to the inferior realm of appearances, but it took on a different function in Jobs’s business metaphysics: it played the gospel-like role of showing us the way to the true, natural, and pure products that have not yet been spoiled by the suffocating and tasteless ethos of faceless corporations such as IBM and Microsoft.

  • La dictadura de las aplicaciones:
  • Apple’s embrace of the “app paradigm”—whereby activities that have been previously conducted on our browsers shift to dedicated software applications on our phones and tablets—may be destroying the Internet in much the same way that the automobile destroyed the sidewalks and the playgrounds […] The total and exclusive focus on the tool at the expense of its ecosystem, the appeal to the zeitgeist that downplays the producer’s own role in shaping it (“whatever happens is … ”; “feeling the direction”), the invocation of the idea that technology is autonomous (“these things take on a life of their own”)—these are all elements of a worldview that Lewis Mumford, in criticizing the small-mindedness of those who were promoting car-only travel in the 1950s, dubbed “the bankruptcy of social imagination.”

    También en Caos Ordenado Relativo

    Palabras XL

    Poco a poco se están empezando a usar las apps en proyectos cientificos. Hay quien habla en este sentido de «minilaboratorios portátiles». El potencial de las aplicaciones radica en que permiten llegar a millones de personas. Aunque el éxito de un experimento con apps depende de la participación de los usuarios.

    Uno de los proyectos europeos que más repercusión está teniendo por ahora es Palabras XL (Science XL en inglés), que pretende conocer mejor la capacidad de leer del ser humano:

    Un aspecto fundamental de esta capacidad es el modo en el que somos capaces de decodificar de manera rápida y sin apenas esfuerzo las cadenas de letras, identificando a qué palabra se refieren para poder así acceder a su significado.

    La aplicación de Palabras XL (en español, vasco y catalán, entre otras lenguas) se basa en tareas de decisión léxica, es decir, hay que decidir si cada palabra que se nos presenta es real o inventada. La aplicación mide el tiempo de reacción y si la respuesta es correcta.

    El mecanismo es simple, pero depende de la participación masiva. Hay que tener en cuenta que, en el caso del español, la prueba se está haciendo con la variedad de los hablantes de España:

    Moving tales. Historias inesperadas que van contigo

    En septiembre llamé la atención sobre la lectura en los tiempos del iPad, y ahora vuelvo sobre el tema, ya que ha salido la segunda aplicación de lectura («a state-of-the-art digital ‘mash-up’ of methods from the worlds of ebook publishing, graphic novels, film and interactive media.») de la gente de Moving Tales«The Unwanted Guest» (en inglés, español y francés):

    Se trata de un cuento tradicional que puede ser modificado por el lector. Estas interfaces en las que somos nosotros los que construimos la historia forman parte de la literatura didáctica del aprendizaje de lenguas.

    Es sorprendente que de los millones de apps que se han desarrollado para dispositivos móviles, solo 600 tienen relación con la enseñanza. Hay un evidente déficit de «learning apps», que posiblemente se corregirá con el tiempo. Por eso es necesario señalar iniciativas valiosas como las de Voxy o los avances en realidad aumentada.

    El potencial es enorme. Por ahora, su gran defecto es la carencia de conectividad (se trata de interfaces flexibles pero cerradas en sí mismas). Su desarrollo será el que acabe de una vez con el absurdo mundo de las pizarras digitales (que desaparecerán, igual que ha pasado con las aulas multimedia). Cuanto antes cambiemos el paradigma, mejor para todos.

    Voxy y los nuevos manuales de idiomas

    Voxy es un sistema de aprendizaje de inglés para hispanohablantes que se lanzó en octubre pasado (sigue en beta). Desde el principio llamó la atención de medios como The New York Times, por la gran inversión que ha supuesto, así como por la forma en que maneja las interfaces móviles.

    Voxy es una especie de versión posdigital de Speak Up, una revista con la que la gente de mi generación intentaba mejorar su inglés. No se trata, por tanto, de contenido estático de dudosa utilidad -como en el caso de Practica español (¿por qué se sigue insistiendo en arquitecturas de este tipo?)-, sino de contenido orientado a la acción de aprender. Paul Gollash (CEO) la presenta así:

    «These are your next textbooks,» he announced, flashing up a slide of news and celebrity magazines. «These are your new classrooms» — city streets, and the signs that fill them.

    Voxy uses smartphones and the Web as its platform for serving up games and news stories linked to translation tools. The idea is to make learning fun and contextual.

    Leyendo el otro día sobre Bitácora (el nuevo manual de Difusión, del que hablaré en otro momento), me acordé de Voxy, ya que veo algunos puntos en común:

    • ambos se presentan en formato magazín, con la idea de que los textos estén conectados con los intereses de los estudiantes. Voxy recoge noticias de tres ámbitos: actualidad, cultura pop (la llaman «farándula») y deporte, que son ámbitos que están muy presentes en Bitácora. Frente a los niveles del MCER, Voxy se organiza en tres grados: básico, intermedio y avanzado.
    • ambos le dan gran importancia a la construcción del conocimiento léxico por parte del estudiante. Con Voxy se gestiona el vocabulario al mismo tiempo que la pronunciación, no solo en un nivel de palabra sino también de «chunks». Hace un buen uso de las herramientas de traducción online.
    • ambos intentan favorecer la autonomía del estudiante, mediante redes de aprendizaje que favorecen la retroalimentación entre pares. En el caso de Voxy destacaría la app de iPhone y el uso de twitter, así como la importancia que le da a los juegos, que me parece que va en la línea de Steve Johnson.

    Creo que es un proyecto más serio de lo habitual para este tipo de startups de lenguas, como demuestra el blog que han puesto en marcha (las infografías son muy atractivas), que recoge buena información actualizada para el profesor de idiomas.

    Quizá estamos ante nuevas tendencias en los manuales de idiomas. La verdad, ya iba siendo hora, porque últimamente el panorama ELE era de lo más aburrido (por decirlo suavemente):

    Traducción y realidad aumentada. El caso de Word Lens

    Como ya he comentado, este es el primer año en que la tecnología forma parte de mis clases, ya que cada vez más estudiantes usan iPhones o portátiles. Todo esto implica nuevas formas de negociación en el aula que están todavía lejos de encontrar acuerdo.

    Una de las apps que más repercusión están teniendo ahora es Word Lens (3,99€ + 3,99€), quizá porque marca un cierto rumbo en el aprendizaje de lenguas, al conectar con ideas de realidad aumentada; independientemente de que haya mucho que hacer en el campo de la traducción automática:

    Leer en los tiempos del iPad/iPhone

    La tecnología ha entrado definitivamente en las aulas. Mis estudiantes llevan sus iPads, portátiles o iPhones a clase, hacen fotos de la pizarra, graban lo que les interesa, buscan palabras, imágenes o información usando las apps e intercambian entre ellos y conmigo a través de navegadores smartphone.

    La tecnología interna no nos sirve, porque la que usamos de verdad es la que traemos de la calle antes de encontrarnos en ese espacio común que hemos dado en llamar «aula». Aprendemos igual que vivimos.

    En Suecia la lectura está cambiando. Esto afecta al proceso de aprendizaje de lenguas. Personalmente leo los libros de Martin Widmark en el iPad, con una interfaz que me hace mejorar mi sueco de un modo adictivo. ¿Existe algo así en español?

    En el iPhone/iPad tengo montones de libros e historias con grandes interfaces, algunas gratuitas y otras de pago. Mis favoritas en este momento son Wolf Hall de Hillary Mantel, pero muy especialmente Alice in Wonderland de Lewis Carroll, una app de 52 páginas llena de imaginación y buen gusto, obra de Atomic Antelope:

    En una entrada posterior escribiré sobre la descarga cognitiva que supone este cambio en la forma de lectura, daré alguna nota sobre los libros de Clay Shirky, un divulgador en la línea de Steven Johnson (que tanto nos gusta en NodosEle) y sobre antecedentes históricos del caos creativo en que vivimos, de Mozart a Borges.

    The Great Edupunk Swindle, con dos casos de estudio a tener en cuenta

    He dejado la opinión que me merece la «estafa intelectual» edupunk en los comentarios al último artículo de Brian Lamb y Jim Groom en la revista Educause titulado “Never Mind the Edupunks; or, The Great Web 2.0 Swindle”.

    De hecho, hay más radicalismo (reformas que van al meollo del sistema) en el programa del nuevo gobierno británico (como ha sabido ver The Economist (izquierda) en la cubierta de su último número) que en toda la retórica hueca de Lamb, Groom y compañía.

    Sin embargo, en el artículo aparecen dos ejemplos (casos de estudio) que comento también, a pesar de que no tienen nada que ver con el «edupunk» (da igual, se los apropian lo mismo), y que traigo a este post porque -si bien son muy conocidos- me parece que nunca está de más llamar la atención sobre ellos:

    • Murder Madness and Mayhem (2008) fue un proyecto de Jon Beasley-Murray con sus estudiantes de español en la University of British Columbia (Canadá) para cubrir lagunas de la Wikipedia relacionadas con estudios literarios latinoamericanos. Los estudiantes trabajaron en grupos con el fin de abrir páginas nuevas o de mejorar las que ya había.

      Estos proyectos de intervención directa sobre la realidad digital existen desde hace tiempo en el mundo educativo. En Nodos Ele los pusimos en marcha a partir del estímulo de Christian Olivier. Todos los miembros del grupo los hemos usado en el campo de la enseñanza de Español para Extranjeros (ELE).

      En todo caso, sigue siendo sorprendente que se hable de la Wikipedia desde un punto de vista «edupunk», cuando sus fundamentos teóricos vienen del mundo de la libertad de mercado cercano al anarcocapitalismo, como ha declarado por activa y por pasiva su creador, Jimmy Wales.

    • CUNY Academic Commons, proyecto de la City University of New York que integra plataformas gratuitas en un entorno abierto. A mí me parece muy bien, ya que entiendo «free» en sus dos sentidos de «gratis» y «libre». Lo que no entiendo es qué tiene esto de «edupunk».

      Es una opción, como podría ser la de usar herramientas propietarias. El tema no está ahí, sino en una implementación que no cree «safe spaces» educativos, porque entonces lo que se hace es crear un monopolio público que no tiene nada de abierto.

    Partiendo de esas premisas, no veo diferencia en que se use WordPress, Google Apps for Education o Apple´s iTunesU. Lo importante es que no nos vengan con imposiciones desde sus «safe spaces» universitarios.

    Update: No me gustaría, en todo caso, dejar la sensación de que el trabajo de Groom y Lamb no me parezca valioso. Lo he dicho muchas veces, lo que me parece una estafa del «edupunk» es su radicalismo contra el intercambio propietario y la forma en que intentan cerrar el conocimiento dentro de «safe spaces». Por lo demás, recomiendo que se lean sus textos con mucha atención, por ejemplo el magnífico «The un-education of the technologist», del que hay traducción española en la Revista de Universidad y Sociedad del Conocimiento de la UOC.