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Rousseau con un MacBook. En The New Republic se enfadan con los niñatos que quieren hackear la educación

nv7kh2oX3d2uzyx1g2TVlp7K_500La ola de ciberrealismo se está convirtiendo en un tsunami, gracias sobre todo al fuego graneado que procede de las páginas de The New Republic.

El otro día en el facebook de Nodos Ele puse el enlace a un artículo de su literary editor, Leon Wieseltier, que es toda una declaración de principios: «Education is the Work of Teachers, not Hackers» («La educación es cosa de profesores, no de hackers»)

El texto es básicamente una respuesta a todo el montaje en torno al «boy-genius» («niñato» podría ser una buena traducción) Dale J. Stephens, que está becado por el creador de Pay Pal, Peter Thiel, para hackear la educación mediante la creación de iniciativas como UnCollege.

Sobre el asunto de Thiel, Stephens y UnCollege escribí un post en septiembre de 2012, al que me remito.

En The New Republic están que trinan. Wieseltier es hijo de profesores y está realmente enfadado con estos niñatos que quieren «hackear» la escuela.

El actual interés por el homeschooling — la idea demencial de que los niños pueden ser completamente educados por personas [los padres] que no tienen otra cualificación para enseñar que la que se deriva del cariño y del deseo de aislarlos del mundo constituye un nuevo insulto a la labor que desarrollan los profesores,

El alegato de Wieseltier adquiere a veces los tintes épicos del panfleto más afilado, aunque sin llegar a la maestría de un Morozov. Esto no hay manera de traducirlo:

His deeply unfortunate book is called Hacking Your Education: Ditch the Lectures, Save Tens of Thousands, and Learn More Than Your Peers Ever Will. It is a call for young people to reject college and become “self-directed learners.”

One wonders about the preparedness of this untutored “self” for this unknown “direction.” Such pristinity! Rousseau with a MacBook! Yet the “hackademic,” as Stephens calls his ideal, is a new sort of drop-out. His head is not in the clouds. His head is in the cloud. Instead of spending money on college, he is making money on apps.

In place of an education, he has entrepreneurship.

Esta frase final es la definitiva. Un golpe bajo, de los que buscan el hígado. Acabáramos. Lo que estaría detrás de tanta educative innoveision no sería más que un «economicist approach to the understanding of education». Vale. Nada que no supiéramos. Nada malo en sí mismo.

En todo caso, el argumento más sólido de Wieseltier, desde mi punto de vista, se refiere a la confusión entre educación e información. Dejar a un chico delante de internet para que se autoeduque es confundir la educación con la alimentación de los pavos. En definitiva, que en la red se pueden hacer muchas cosas. Pero educar no es una de ellas.

En el fondo, estamos ante una defensa apasionada de la escuela humanista, del esfuerzo por estudiar cosas tan aparentemente inútiles (desde el punto de vista economicista) como la Eneida de Virgilio o las obras de Shakespeare. La educación es eso, lo que no tiene relación con lo aplicable de forma práctica. En los márgenes de lo inútil es donde se encuentra la realidad del ser humano. Y eso es lo que de verdad importa.

Cuando ya nos estábamos aburriendo de tanta chorrada y tanto guru vendedor de enciclopedias, se agradece la aparición de toda esta corriente crítica, llena de inteligencia y sarcasmo, de buenas razones y de elevados ideales.

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Actualización: Por cierto, acaba de salir el número de febrero de The New Republic, con uno de los duelos más esperados de la temporada, Morozov v. Johnson. Estaremos atentos:

Monsieur Lazhar (2011). Una película contra la infantilización de la enseñanza

Desde que la secta tóxica de los pedagogos -esos especialistas en crear problemas donde no los hay- metieran sus sucias manos en la educación, se ha venido notando una progresiva infantilización de la enseñanza, que se hace igualmente perceptible en el mundo ELE (Español como Lengua Extranjera).

En vez de buscar la excelencia, en vez de entender la educación como una forma de ser mejores, se ha instalado un buenrrollismo para papanatas que nos toma (a profesores y a estudiantes) por tontos del haba, que deben hacer cosas muy didácticas, muy lúdicas (jueguecitos, pasa la bola, chorradas varias).

Por eso se agradece una película como Monsieur Lazhar (Philippe Falardeu, 2011), que no sólo es buena, sino que pone en solfa tanta mamarrachada:

http://youtu.be/c-2JnermrAo

Monsieur Lazhar habla de inmigración, de enfrentamientos ideológicos, de profesores perdidos en las aulas…. Y lo hace de una forma simple, como son las cosas.

El protagonista es Bachir Lazhar, un argelino cincuentón que se ofrece como profesor en una escuela de Montreal (Canadá), como sustituto de una maestra que se ha ahorcado en clase delante de sus alumnos. Todo el mundo parece muy preocupado y estresado, todo el mundo se toma muy en serio a sí mismo: psicólogos pedantes, padres preocupadísimos porque sus hijos «no se traumaticen», feministas al borde de un ataque de nervios, profesores sin alma que sólo piensan en cumplir las normas, que no son más que un conjunto de patochadas.

Frente a este mundo decadente -que conocemos todos los que nos dedicamos a esta profesión- el misterioso Sr. Lazhar usa un arma revolucionaria: el sentido común; explica los adjetivos posesivos, enseña a escribir mediante dictados con textos de Balzac (hilarante la escena con la directora, que lo llama a su despacho y le recomienda -la pobre mema- que «simplifique los dictados», que Balzac no es didáctico).

El Sr. Lazhar está siempre metiendo la pata, parece que nadie lo entiende. Pero es obvio que él tiene razón. Siempre. Cuando le pega una colleja a uno de los chicos, tiene razón. Cuando reordena la clase en filas nada más llegar, y elimina la disposición en círculo recomendada por los pedagogos, tiene razón. Cuando el chico árabe le habla en árabe en clase, y él, que es árabe, le dice que «en clase hablamos en francés», tiene razón. Cuando se asombra de que después de una excursión los alumnos vengan con la espalda quemada, porque está prohibido que un profesor le ponga crema solar a un alumno (oh, tocarlo, pecado nefando), tiene razón (una escuela que ve a un pedófilo en cualquier maestro que toca a un chico, una escuela que no acepta las caricias, el abrazo, el beso, es una escuela de enfermos).

Lazhar oculta una vida de sufrimiento en su Argelia natal. Por eso entiende que en el fondo las cosas son simples, que lo políticamente correcto sólo agrava la esquizofrenia pedagógica, que los seres humanos gozamos y sufrimos (sí, también sufrimos, profesores y alumnos), y que aprender del sufrimiento es parte de la educación (sus alumnos hablan de la muerte, piedra de escándalo general). Un niño al que se le evita el contacto con la realidad de las cosas, crecerá enfermo por dentro.

Da gusto, la verdad, encontrar una película como esta, perdida entre tanto panfleto delirante, propuesta de libertad y de madurez en estos tiempos de infantilización de la enseñanza.

Conectivismo y diversidad cultural desde México

En el Tecnológico de Monterrey están lanzando un proyecto que busca crear sinergias entre los postulados conectivistas de George Siemens -que en Grupo Nodos Ele hemos presentado mediante la traducción de Conociendo el conocimiento (2010)- con lo que han dado en llamar «muliculturalismo», es decir, con el intercambio de visisones culturales diferentes.

La persona encargada de coordinar este proyecto basado en las redes sociales es Angélica Santana, que recibe propuestas de colaboración en angelica.santana@itesm.mx:

Distopías y utopías educativas: Black Mirror y För det vidare

No soy muy aficionado a las series de TV, quizá porque no tengo la paciencia como para que me enganchen. Sin embargo, he visto en el iPad la trilogía Black Mirrror (Channel 4, 2011), una «barbaridad genial» compuesta por tres episodios autónomos: «The National Anthem», «15 Millions Merits» y «The Entire History of You».

La trilogía es obra de Charlie Brooker y pertenece al género de las distopías tecnológicas: implantes de memoria que transmiten la vida en tiempo real durante generaciones, loops que suscitan discusiones que se retroalimentan, nuevas formas de violencia basadas en memes…

En el fondo, se trata de una sucesión de imágenes distópicas que encierran en sí mismas reflexiones perturbadoras sobre lo que la tecnología nos puede deparar en un futuro. No hay nada superficial ni gratuito en esas 3 horas:

Mientras tanto, en Suecia, sigue adelante el proyecto För det vidare («Necesitamos buenos profesores»), impulsado por la Skolverket (la Agencia Nacional Educativa sueca).

Entre las iniciativas del proyecto, me llaman la atención los clips en los que gente joven pero ya conocida en la sociedad sueca (cantantes, futbolistas, actores, etc.) recuerdan a sus profesores ( y sus profesores los recuerdan a ellos) y se encuentran para darse las gracias por haber salido adelante juntos.

Un ejemplo, la presentadora de TV Cissi Wallin le agradece a su maestra Ann-Marie, lo mucho que ha hecho por ella.

Y así nos movemos, entre la distopía y la utopía, entre lo que puede ser y lo que queremos que haya sido. Y como siempre, depende de nosotros que sea de una forma o de otra.

    Espero escribir pronto más ideas sobre För det vidare en Caos Ordenado Relativo.

La estafa de la escuela comprensiva desde dentro

El otro día me hice eco del comienzo del nuevo curso escolar en Gran Bretaña, que se presenta marcado por la progresiva implantación de «free schools», que es la apuesta de David Cameron para liberalizar un sistema educativo en decadencia.

Investigando el tema llegué a la obra de Katherine Birbalsingh, y he leido en buena parte To Miss with Love (Penguin, 2011), un libro triste, pero apasionante; un libro que le ha costado a su autora, profesora de lengua, el despido de la escuela donde daba clases, una típica «comprehensive school» inglesa, basada en el igualitarismo más cerril y en los tópicos más manidos del laborismo. La LOGSE, vamos.

El libro es el diario de clase de una profesora que comprueba que todo lo que le han vendido como «escuela pública igualitaria» es una enorme mentira que tiene efectos letales sobre el aprendizaje y la educación: maquillaje de resultados y evaluaciones, para ajustarse a la media, cinismo de los directores (la autora transcribe conversaciones que ponen los pelos de punta), colegas profesores que bastante tienen con «sobrevivir», mientras llevan a sus hijos a la escuela privada, porque conocen la estafa desde dentro. La autora resume así su experiencia:

He visto cómo los chicos entraban en la escuela con 11 años; educados, con ganas de aprender, con ilusiones. He visto lo que la escuela les ha hecho en dos años; se han vuelto agresivos, vagos, resentidos.

Birbalsingh es jamaicana, y cuenta también una visita a una escuela solo para chicas (menudo escándalo segregacionista de género, ¿no?) en su país de origen. Allí no hay pizarras digitales ni ordenadores, pero el «ethos» es totalmente diferente. En la escuela jamaicana encuentra disciplina y respeto, así como un ambiente de aprendizaje auténtico y serio.

La autora ha descrito la escuela LOGSE británica desde dentro, llevada por su amor a la educación, que define como «make something better of their (students) lives». El libro traza un paisaje desolador, con el que muchos profesores españoles se sentirán identificados. En cierto modo, me recuerda a lo que cuentan en Deseducativos.

Cambiar este panorama es el reto que el gobierno británico ha decidido adoptar, con el inicio de la reforma «big society» y las «free schools» (con las que K. B. no está muy de acuerdo; yo, sí). Esperemos que en España no se reaccione demasiado tarde. El daño ya está hecho, con la LOGSE que impulsó un tal Pérez Rubalcaba, y desarrolló cuando era Ministro de Educación (1992-1993); lo malo es que tampoco hay atisbo ninguno de que en un Congreso de otro partido político pueda escucharse lo que dijo Katherine Birbalsingh en la Conferencia del Partido Conservador Británico (Birmingham, 5 octubre 2010). Y nos jugamos demasiado para eso:

Cómo la evaluación destruye la educación. Un libro de Diane Ravitch (2010)

Diane Ravitch no es una persona irrelevante. Ha sido una de las responsables de implementar las políticas educativas en EEUU durante las presidencias de Bush y Clinton, en especial por lo que se refiere a la «accountability», es decir, el uso sistemático de evaluaciones que midan la «calidad» educativa («total quality management»).

Ravitch ha publicado un nuevo libro, en el que, en cierto modo, pide perdón por todo el daño que le ha hecho al sistema educativo norteamericano: The Death and Life of Great American School System: How Testing and Choice are Undermining Education (Basic Books, 2010). Sus conclusiones son claras:

  • la idea de evaluar el sistema educativo ha fracasado.
  • la evaluación del desempeño en el ámbito educativo se ha convertido en un fin en sí mismo.
  • evaluar la escuela es «mecanicista, contrario a la ética y contrario a la educación».
  • la calidad de las escuelas ha caído debido a la existencia de los sistemas de evaluación, con su legión de pedagogos e inspectores.
  • la «evaluación objetiva» no existe, no es posible un «barómetro» educativo.

En definitiva: la evaluación se está cargando la educación de las nuevas generaciones. Aquí tenemos a una de las máximas responsables en diseñar el sistema educativo norteamericano entre 1997 y 2004, entonando el «mea culpa» a través de libros, conferencias, artículos y en el blog Bridging differences.

Si bien no cree en recetas mágicas, considera que, al menos, hay tres medidas necesarias:

  • la escuela no es un lugar que debe enseñar a pensar, es decir, no es un lugar para la represión del conocimiento, y no es un lugar para domesticar en lo políticamente correcto. La escuela debe ser un espacio de aprendizaje y de libertad, no de evaluación punitiva.
  • se debe acabar con los cuerpos de «expertos», pedagogos e inspectores, es decir, con los policías de la evaluación que contribuyen a «undermining» (destruir los cimientos, socavar) la educación.
  • que el profesor dedique su tiempo a cultivar el conocimiento, en vez de estar pensando en cómo pasar el test de evaluación, del que dependen su sueldo, prestigio e incluso su propia vida.

Viniendo de alguien que ha participado en el montaje del mecanismo, no estaría mal tenerlos en cuenta.

  • Reseña en The Washintong Post.
  • Entrevista en Dallas News.
  • Fabio Capello se mete a lingüista

    La relación entre futbolistas y lenguas es apasionante. Al tratarse de gente del común que sabe darle patadas a un balón y que suele llevar una vida nómada, de país en país, son una fuente inagotable de reflexiones sobre el tema (que yo sepa, poco estudiado).

    La última es la que ha liado Fabio Capello, el italiano que hace ahora de seleccionador de Inglaterra.

    Si ya era curiosísima su relación con la lengua inglesa, ha terminado de liarla parda con estas declaraciones (por cierto, un ejemplo perfecto de esa preciosa lengua que se llama globish):

    I think when I speak with the players they understand everything. I think in this job, it’s important when you speak with the players.

    If I need to speak about the economy or other things, I can’t speak. But when you speak about tactics, you don’t use a lot of words.

    I don’t have to speak about a lot of different things. Maximum 100 words.

    Esto último es lo que ha montado el pollo. La prensa británica se lo ha tomado de todos los colores. El estirado The Independent hace un análisis serio sobre la arriesgada afirmación léxica del «macarroni». Por su parte, la BBC incluye en su artículo una lista con las 100 palabras más frecuentes del inglés, para uso de Capello y sus muchachos (la primera es «the» y la última es «us»; supongo que a eso se le llama «humor británico», aunque en Granada lo conocemos como «malafollá»).

    The Guardian aprovecha para publicar unas «Language lessons with Fabio Capello», que incluyen de paso una lista con las 100 palabras imprescindibles para un profesor:

    You, sit, quiet, please, everyone, now, enough, gum, tie, shirt, homework, yes, today, excuses, no, book, open, page, talking, stop, discipline, noise, courtesy, while, others, trying, learn, warning, first, second, final, exam, board, bored, absent, detention, suspend, imagery, Shakespeare, GCSE, mock, coursework, maths, note, paper, whose, phone, confiscate, yes, I, can, speaking, class, assignment, Tuesday, read, chapter, important, attention, chair, face, this, way, why, bother, hours, lack, support, pay, cuts, thankless, bloody, babysitter, can’t, control, teach, students, ignore, education, why, inspire, nonsense, thanks, bunch, Jamie, fucking, Oliver, total, waste, think, quit, retrain, landscape, gardener, maybe, life, coach, shut, it, Callum.

    El tabloide The Sun también le saca punta al tema y afirma que, para lo que gana, cada palabra del «míster» le cuesta al contribuyente inglés 60.000 libras esterlinas. Además, proponen una posible «lista de Capello», con las siguientes 100 palabras, que nos divertirán especialmente a los aficionados al fútbol:

    Very, Nice, Football, Terry, Leader, Captain, Armband, Rio, Who?, Mobile, Telephone, Do, Don’t, Shoot, Work, Placement, No, Butter, Ketchup, Engleez, Not, Good, Run, Pass, Lose, Score, Save, Cash, Contract, Extension, Compensation, Rooney, Tackle, Pay-Off, Prostitute, Affairs, Kick, Into, Touch, Out, Gerrard, Left, Ashley, Stop, Pass, Move, Back, To, Italy, Soon, Defensive, Space, Gonna, Win, Vauxhall, Frank, Wembley, Crouch, Tall, Big, Task, Home, Away, Tuck, Inside, Men, Behind, Ball, Germany, Nightmare, Possession, Money, Old, Rope, For, Four, Three, Two, Six, Boys, Can, Go, Off, Rest, Jack, Saviour, Farewell, Gareth, Tell, Them, Stuart, Ask, Franco, Result, Nineteen, Sixty-Six, I’m, Outta, Here, Suckers.

    Y no menos desopilante (al menos yo me he tirado por los suelos; «desopilante» es algo así como «muy divertido», lo digo para los que vengan de la LOGSE) es el artículo del Daily Star, que va con video incluído y una recopilación de mejores momentos.

    La verdad es que Fabio Capello habla un globish magnífico y muy bonito, pero eso de que con 100 palabras se entiende sin problemas está siendo el «polverone» lingüístico de estos días en Gran Bretaña. Y en Italia

    Evaluación y servidumbre voluntaria

    Llevo tiempo hablando en este blog de evaluación.

    Opino que la evaluación es el poder tiránico de nuestro tiempo, y el más efectivo a la hora de anular la individualidad y someter a las personas a una «servidumbre voluntaria» (Étienne de la Boétie, 1548). En el campo educativo se nos pretende convertir de individuos en masa evaluada. No es casual que el «malestar de la educación» se extienda en forma de bajas, depresiones y todo tipo de efectos perversos sobre los individuos y el aprendizaje.

    Evaluar mata. Evaluar anula la innovación. Evaluar tiraniza. La realidad no es evaluable. Evaluar no tiene nada que ver con educar, enseñar ni aprender.

    El 11 de junio se reúne en el Círculo de Bellas Artes de Madrid el Foro «Lo que la evaluación silencia». Recomiendo seguir la actividad de este Foro, que presenta Mercedes de Francisco con estas palabras:

    La evaluación inunda la actividad de nuestras vidas, casi de manera imperceptible, desde los dispositivos sanitarios en su amplio espectro, hasta los educativos, empresariales, literarios, artísticos, e incluso la vida cotidiana. Es así como lo calculable, la medida, entra en nuestras vidas y nos afecta como sujetos.

    El poder administrativo, las políticas de gestión, la pesadez de su control informático y estadístico, se imponen y atraviesan los gobiernos. En principio, parecería que se trata de evaluar instituciones, grupos y no de individuos, pero son los individuos los evaluados, y el resultado de ella es tener a hombres y mujeres marcados por la comparación con el grupo de referencia o los parámetros que las agencias de evaluación imponen. Esta comparación siempre se salda con un negativo.

    El sueño de las TIC produce monstruos

    Poco a poco va tomando forma la gran equivocación de la Escuela 2.0.

    En el blog de Jordi Adell se puede seguir el tema con bastante buen pulso:

    Si usamos los mismos recursos que antes (pizarra. libros de texto), con la misma metodología (explicación, ejercicios) pero ahora limitados por una tecnología que no funciona (ancho de banda insuficiente) y que impide seguir el método, es más que previsible que los resultados sean peores que antes.

    La “película” que Educat 1×1 les ha vendido a los profesores es que tras “digitalizar” las aulas, todo sería igual que antes, pero que por arte de magia los alumnos aprenderían más y mejor.

    En Nodos Ele venimos defendiendo que el problema de la educación en España no es de cacharros sino de gestión, de «mindware». Lo hemos razonado en serio, y también en broma.

    El cambio de paradigma que se ha vivido en los últimos años, ha pillado al país con el paso cambiado. Se han aplicado recetas caducas a problemas nuevos. Los resultados se empiezan a ver, en forma de degradación creciente del sistema educativo.

    Si no se cambia la mentalidad, puede que la educación española no se recupere en mucho tiempo. Muchos profesores están frustrados (en realidad, están perdidos, porque no entienden la profundidad del cambio de época que estamos viviendo); eso sí, hay quien se ha hecho rico vendiendo inútiles pizarras digitales.

      Viñeta de Néstor Alonso

    We are the world, We are the linguists

    Algunos profesores y estudiantes del Programa de Lingüística Teórica de la Eötvös Loránd University-MTA de Budapest (que supongo estarán afectados por los recortes económicos en las universidades europeas) han decidido celebrar el vigésimo aniversario del departamento con una nueva versión en inglés de «We Are The World».

    Los lingüistas húngaros reivindican su función social a la hora de hacer más comprensible el mundo en que vivimos. Juzguen ustedes mismos (la letra va debajo):

    There comes a time / When we heed a certain call, / When linguists must come together as one. / There are people speaking, / They bind and c-command; / It’s grammar, the greatest gift of all.

    We can’t go on / Pretending day by day / That we know our language works in the brain. / We are all a part of / God’s linguist family, / And the truth, you know, grammar’s all we need.

    Estribillo: We are the world, / We are the linguists, / We are the ones who make a brighter day / By making theories. / There’s a choice we’re making / By forming hypotheses / And we’ll describe a language / Just you and me.

    Send them a research group / So they’ll know that someone cares / And their data will be thoroughly explored. / God has shown us / By turning stone to bread / That even a linguist must be fed.

    Estribillo

    When you’re criticized / There seems no hope at all, / But if you just believe / There’s a usage-based approach. / Well, well, well, well, let us realize / That debates will always come / Even though we stand together as one.

    Estribillo