He seguido siempre con cierta curiosidad la obra de James Paul Gee, porque tocaba puntos «conflictivos» que me interesan: teoría del discurso, temas de identidad (necesitamos más estudios sobre «identidad» y menos sobre «pragmática»), una visión amplia de las literacies… Esta es una lista de publicaciones suyas en pdf.
Me parece un lingüista menor, con una perspectiva religiosa que fastidia bastante, pero con destellos de brillantez de vez en cuando.
Se ocupa sobre todo de la educación reglada infantil, un campo que me pilla bastante lejos. Con todo, su blog es muy recomendable.
Ultimamente se había venido dedicando a publicar sobre lo que ahora llamamos gamificación, desde un punto de vista cada vez más escéptico, sobre todo cuando se ponía a criticar el individualismo catatónico (esto lo digo yo) de The School of One.
En esta línea parece que va su nuevo libro de 2013: The Anti-Education Era: Creating Smarter Students through Digital Learning (Palgrave Macmillan, 2013):
Today’s schools are eager to use the latest technology in the classroom, but rather than improving learning, the new e-media can just as easily narrow students’ horizons.
Now, with digital and social media at the center of modern life, he issues an important warning that groundbreaking new technologies, far from revolutionizing schooling, can stymy the next generation’s ability to resolve deep global challenges. .
No he leído el libro, y no creo que lo haga, sólo he mirado lo que se comenta en la red. Lo que me llama la atención es que uno de los primeros investigadores sobre los beneficios de la gamificación para el aprendizaje (What Video Games Have to Teach Us About Learning and Literacy es de 2007), se está replanteando el tema:
…they are great tools with which to become dumber just as they are great tools with which to become smarter.
Dentro del posdigitalismo educativo, me parece que se están decantando varias tendencias. Y esta es la que hoy por hoy me interesa más, la de los ciberrealistas.
Todo esto me recuerda el retour à l´ordre de las vanguardias históricas, cuando los futuristas, dadaístas, cubistas o expresionistas se hartaron de epatar por epatar y volvieron los ojos a las fuentes primeras del Arte, buscando un nuevo equilibrio.