El otro día Lola escribía una interesante revisión sobre el Edupunk, a raíz de algunos comentarios de dreig en Twiter. Era la parte positiva de este on/off, en la que defendía (bastante tibiamente, eso sí) esa supuesta nueva forma de ver la educación. Aquí va la segunda parte del duelo, el off, un pequeño manifiesto en contra de la etiqueta Edupunk y en favor de lo que llamaremos Edupop.
El punk siempre me ha parecido una farsa. Estética, que no ética, fue un movimiento más bien inofensivo, rápidamente absorbido por un establishment que además supo maquillarlo para dirigir a toda una generación a donde ellos querían: a la marginalidad. Y así sigue desde hace 30 años. Mientras, la verdadera revolución se había empezado a forjar mucho antes, en los años 50, desde dentro mismo del sistema, y de manera mucho más discreta. La verdadera revolución, digo, vino de la mano de la Cultura Pop, que ha sido la que ha alterado de verdad, y de manera profunda, nuestra forma de ver las cosas.
¿Es entonces el Punk el ansiado modelo para la nueva educación? ¿Edupunk? NO. El punk no es sinónimo de libertad, diversidad, creación y conocimiento. Porque no todo el mundo puede ser punk. Porque el punk no es creativo, sino simplemente combativo. Porque el punk como visión de la cultura no es tolerante con lo diferente, con lo que se aleja del prototipo punk. En todos estos sentidos, el punk supone una visión anómala de la realidad, de la sociedad, de las relaciones humanas y del aprendizaje. Todo se considera uniforme y dividido en categorías cerradas. Y si no llevas cresta, tío, estás fuera.
¿Edupunk? No, Edupop. Si yo tuviera que elegir un modelo musical para la educación sería el pop. Edupop porque cualquiera puede ser pop y tener sus cinco minutos de gloria. Porque desde una actitud pop, cualquier perspectiva de la cultura encaja en un sistema en el que las categorías son borrosas, sin límites claros, como dicta la lógica. Porque lo importante es encontrar LA melodía perfecta para transmitir lo que quieres y cómo lo quieres, sin importar si lo haces a la manera de Phil Spector y su Wall of sound, o te dedicas al negocio de las one man bands… Porque no importa la distorsión, sino la actitud. Y porque, al fin y al cabo, de eso va esto de la web 2.0 y la nueva manera del concebir el proceso de enseñana-aprendizaje. Ya hemos hablado de esto en otros posts, a raíz de textos imprescindibles, y hay gente que habla del modelo a seguir mucho mejor que nosotros (y con perfecta estética pop).
Y claro, esto es como todo, existe pop del bueno, y pop del malo. Están los Beatles, y un millón de grupos que intentaron imitarlos, sin conseguirlo. Y luego están los pioneros, como son ahora Animal Collective.
En realidad, ya lo advertimos al principio, y como ya hemos discutido otras veces, la etiqueta es lo de menos. Lo que importa es lo que subyace. Aunque el debate semántico, como en muchas ocasiones, no está de más. Eso sí, no diremos que esto se ha escrito para provocar, que eso es muy punk 😉