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MP3 de lenguas, ¿un modelo de negocios?

A partir del próximo domingo 9 de septiembre los lectores habituales y los suscriptores de El País tendrán la posibilidad de acceder al enésimo curso de inglés de la temporada. Este coleccionable se vende bajo el paraguas de la BBC (¿por qué el nombre de un canal de televisión aparece como garantía en el aprendizaje de lenguas?) y con un eslogan de los que quieren llevarte al huerto: «porque la vida real no tiene subtítulos» (Esta gente no se ha enterado de que hasta YouTube ya te permite subtitular). El caso es que además del bombo y el platillo habitual a alguien se le ha ocurrido la fantástica idea de colgar las lecciones en la web, pasar las audiciones a mp3 y además adaptarlas a un formato que se pueda descargar en teléfonos móviles. Y aquí empiezan los problemas, porque lo que en principio parecería una buena idea, crear un curso multiplataforma que se apoye en diferentes medios para llegar al aprendiz, se convierte en una simple traslación a lo digital de las unidades de corte estructural y de fijación continua (enfermiza) en la forma gramatical que aparecen en papel. Estos señores aún no se han enterado de que el aprendizaje en la web es otra cosa. Pero eso sí, seguro que venderán mucho más de lo que por su valor didáctico se merecen.

Y para colmo se empeñan en llamar podcast a un simple m3.

2.0 por aquí y por allá

Más tarde o más temprano tenía que ocurrírsele a alguien, así que no ha sorprendido mucho la aparición de un sistema digg, un directorio colaborativo para la presentación y elección de contenidos, centrado en el aprendizaje de lenguas.

Idiomato, que así se llama el invento, propone a sus usuarios dos formas de colaborar: por un lado, subiendo recursos para todos aquellos que quieran aprender una lengua y, por otro, que voten aquellos que les han parecido más interesantes. Como la idea lleva poco tiempo en circulación todavía no se ve mucho movimiento (de hecho, algunos listillos están copando las listas subiendo continuamente sus propios contenidos), pero en poco tiempo y si funciona el boca a boca digital, Idiomato se puede convertir en un gran almacén de recursos para segundas lenguas.

Una de las propuestas de este servicio que me ha llamado la atención ha sido Irregular English, que se vende como web 2.0 para aprender «definitivamente» las formas más complejas de los pasados en inglés. Lo que me ha sorprendido sobre todo es la cara tan dura que hay que tener para decir que una simple tabla de verbos hecha en un formulario autocorregible es 2.0. ¿Dónde están los aspectos colaborativos de la nueva web? ¿y dónde el aprendizaje significativo, el enfoque por tareas y toda la didáctica de al menos los últimos cincuenta años? Menos mal que el público sólo les ha dado, hasta el momento, cuatro puntos.