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Hackatón matemático en Finlandia

[más fotos en el Flickr del hackatón]

A estas alturas hay ya poco que decir. El periódico ABC ha publicado una magnífica información en español sobre el hackatón de los matemáticos finlandeses: «Cómo escribir un libro de texto en un fin de semana» [05.11.2012].

Descarga en PDF (ojo: solo en finés, por el momento)

Joonas Mäkinen y el grupo de participantes en el oppikrirjamaraton han hecho historia.

The most important aspect of this project is openness and transparency. All development and evolution require copying and revising. This does not occur in current textbooks, which cannot be altered due to copyright reasons.

The price for a similar mathematics book is around 15 euros, hence the possible value of the book project can be be up to half a million euros.

Lo único que me gustaría apuntar es que no resulta raro que esto haya pasado en Finlandia, ya que este país reúne las condiciones ideales: profesores de excelencia (lo importante es la selección de profesores, no la «accountability»), currículos abiertos, actitud distributiva ante los contenidos, tradición en microtareas y crowdsourcing (de hecho, son los pioneros en este campo, como ya hemos comentado por aquí), etc…

Finlandia sigue abriendo camino gracias a una combinación de libertad, excelencia y conectivismo.

Por este motivo, todo esto pasa en Helsinki o en Tampere, no en Estocolmo, que tiene muchos más medios económicos y recursos humanos. En Suecia no tienen aún un «mindware» tan completo.

En cuanto a España…

Liquid Surveillance (2012). Bauman contra los zombies reloaded

Es uno de los libros más esperados del año.

Después de las ocurrencias de Jaron Lanier (que tanto le gustan a Ismael Peña-Lopez) y las brillantes jeremiadas de Evgeny Morozov (el más inteligente entre los apocalípticos), aquí llega por fin el líquido entre los líquidos, el inmarcesible Zygmunt Bauman, que ni es friki ni muy brillante, pero que se ha creado una marca propia (que le deseo que disfrute con salud) que le proporciona una desahogada «liquidez».

Su nueva reflexión acuática sale a finales de octubre, pero ya se ha comentado hasta la saciedad en internet: Liquid Surveillance (Polity Books, 2012). Se trata de un libro de conversaciones con David Lyon (formato atractivo) en torno a lo malísimo que es el posdigitalismo, que califica de KGB del siglo XXI.

El discurso de Bauman es similar al de Morozov, pero menos inteligente, a mi entender, más universitario, es decir, más plomizo, plomazo y plúmbeo. Que si la red digital está creando la «dictadura perfecta», que si todos nos controlamos a todos mediante las redes sociales, de modo que el poder ya no necesita vigilarte, que ya les hacemos el trabajo nosotros; es decir, lo de siempre.

La marca de la casa es que todo esto ahora se tiene que llamar «líquido»: «control líquido», «supervisión líquida», «pamplina líquida». No hay nada como encontrar una etiqueta y empezar a producir libros como churros. Es obvio que nos movemos hacia sociedades distribuidas, no centralizadas. Si a eso lo quiere llamar Bauman peyorativamente «líquido» (que no hacía ninguna falta meter otra palabra), pues bendita liquidez.

Es obvio que todo cambio tiene riesgos. Nadie piensa que la libertad no conlleva riesgos a los que hay que enfrentarse. Pero plantarle cara a los riesgos no significa clamar por la vuelta de una sociedad planificada desde arriba, sólida como una roca que te rompe la crisma, en vez de líquida, como una piscina en la que te intentas mover con la mayor libertad posible. De lo que le he escuchado a Bauman sobre este nuevo libro, lo más destacable me parece:

  • La afirmación de que el poder se está desplazando desde la represión al placer, de lo «hard» a lo «soft», es decir, la idea (nada nueva, absolutamente rutinaria) de que es más fácil controlar ofreciendo mantequilla en vez de cañones. Lo que no entiendo es qué hay de malo en ofrecer mantequilla en vez de cañones. Debemos defendernos de los cantos de sirena del poder que quiere vigilarnos y controlarnos, pero más libertad me parece mejor que más control.
  • La idea de ban-opticon, es decir, de «muerte social». Otro tópico manido al que le sigue dando vueltas. Que si no estás en Twitter no eres nadie, etc. Da un poco de pereza discutir estas cosas, que no pasan de ocurrencias sin mayor calado.
  • La idea de synopticon, es decir, de que el poder ya no necesita manifestarse como tal, porque los ciudadanos nos controlamos los unos a los otros. Comparar una sociedad peer-to-peer con una sociedad totalitaria me parece otra idea poco elaborada, por decirlo de un modo suave. Claro que la libertad hay que defenderla todos los días. Siempre ha sido así. Y siempre será así.

Mi impresión es que el pensamiento de Bauman es muy pobre (Lanier tiene la gracia del frikismo, Morozov es muy inteligente). Se basa en juegos de palabras, supuestas críticas de lo obvio («miren ustedes, el cielo es azul, qué escándalo, queremos un cielo amarillo, hay una conjura de los azules»), etc.

Que la posdigitalidad tiene sus riesgos es una idea de perogrullo. El motivo radica en que la vida tiene sus riesgos. Vivir, mata. Ya lo sabemos. ¿Y?

La labor de gente como Bauman es positiva porque llama la atención sobre los problemas, es decir, nos ayuda a romper la inercia de los papanatas digitales. Bauman hace muy bien de Casandra. Sí, hace falta alertar de los peligros de la realidad aumentada o del wearable computing. Pero una cosa es esa y otra naufragar en un discurso sobre supuestos proyectos de convertirnos en zombies programados mediante algoritmos. Algo sobre lo que hablaba el otro día aquí mismo a raíz de Automate This.

No se invente películas, Mr. Bauman:

La spirale di Gabelentz (2012). Lucio d´Arcangelo contra el mentalismo chomskiano

A Lucio d´Arcangelo lo descubrí cuando estaba viviendo en Italia, hacia 2003. Me llamó inmediatamente la atención su forma desenfadada de tratar los temas filológicos, en la mejor tradición anglosajona, algo poco frecuente en España.

Por entonces acababa de publicar una Difesa dell’italiano: lingua e identità nazionale (Ideazione, 2003), que es uno de esos libros que compraba en la Feltrinelli de Piazza del Duomo, de camino a casa hacia San Babila, y que se leen casi sin darse cuenta antes de irse a dormir. Qué tiempos aquellos, de libro diario tras el trabajo (las librerías del centro de Milán están abiertas hasta la madrugada).

Más tarde descubrí la faceta hispanista de d´Arcangelo, uno de los primeros en desenmascarar la impostura de Gabriel García Márquez en La vittoria della solitudine (Campus, 1999), un libro que, por supuesto, no está traducido al español (me parece que ningún libro suyo está en nuestro idioma).

Este lingüista admirable publica ahora un libro deslumbrante: La spirale di Gabelentz (Solfanelli, 2012).

No entro ni salgo en cuanto a las ideas de d´Arcangelo sobre la «morfologia e tipologia delle lingue». No me decanto en su defensa de André Martinet («la diversidad de las lenguas está en la naturaleza del lenguaje») frente a Noam Chomsky («no hay lenguas diferentes, hay sólo una lengua universal»). Simplemente me dejo llevar por un libro maravilloso, entre morfemas turcos y la lengua «macedonia» de los navajos, pasando de la lexicalización en el idioma hmong a las raíces del árabe, del idioma de los tiwa a la «polisinteticità» de los esquimales… e così via.

Qué libro admirable. Y sí, en el fondo, estoy con d´Arcangelo. Este Chomsky tan renombrado quizá no sea más que el heredero más chusco de la escolástica medieval, del «mentalismo» que Astrud (confesos admiradores suyos) cantaban en 2001:

http://youtu.be/d1sz5Ox9sZ4

El libro tiene su parte dura, para especialistas, pero nunca aburre. En cuanto a Gabelentz, uno descubre que fue un lingüista alemán del siglo XIX (algo me suena de Coseriu o Martinet), que desarrolló una especie de teoría del eterno retorno de las lenguas.

La espiral de Gabelentz contempla un movimiento morfológico continuo que iría de la aglutinación a la flexión, y viceversa. O sea, algo así como si consideramos a las lenguas románicas derivaciones analíticas del latín, en un movimiento contrario al de las lenguas germánicas, de carácter tendencialmente sintético. Un poner, vamos.

De este modo no existe una lengua universal, sino un continuo movimiento heracliteano, que explica la diversidad real del habla humana, más allá de esos presuntos «universales» mentalistas de Chomsky.

Y uno dice: pantha rei…

Automate This (2012), de Christopher Steiner. Morozov entre la tiranía de los algoritmos y la libertad de elegir

Morozov strikes again. Como es sabido, tengo debilidad por la posición escéptica sobre el posdigitalismo del bielorruso Evgeny Morozov.

He escrito bastante sobre su obra, y pienso seguir haciéndolo, ya que me parece una de las mentes más lúcidas que existen hoy en día sobre estos temas.

Hace una semana publicó una reseña en el WSJ sobre el libro de moda: Automate This: How Algorithms Came to Rule Our World, de Christopher Steiner (Portfolio, 2012), una obra muy entretenida que hace un recorrido por la evolución de los algoritmos, desde la Antigüedad (aparecen en Mesopotamia 2.500 años antes de Cristo, para racionalizar la distribución del grano) hasta un presente en el que ejercen, según el autor, una absoluta tiranía sobre nuestras vidas diarias.

Los algoritmos no sólo están en la base de todas las redes sociales, sino que pueden componer mejores canciones que los Beatles, o saben cuánto durará una relación sentimental. En definitiva, dice Steiner: los algoritmos dirigen el mundo.

Ante este panorama, uno se experaría un texto apocalíptico de Morozov, en plan: «lo véis, ya os lo había dicho, nos controlan con las apps digitales, somos súbditos de Silicon Valley y del brazo incorrupto de Steve Jobs… Arrepentíos, pecadores…».

Pero no. Ahora que nos habíamos acostumbrado a su brillante argumentación a la contra, nos sale con un moderado pero firme canto a la libertad de elegir, que recomiendo leer tranquilamente (es corto):

The real question isn’t whether to live with algorithms—the Sumerians got that much right—but how to live with them. As Vonnegut understood over a half-century ago, an uncritical embrace of automation, for all the efficiency that it offers, is just a prelude to dystopia.

Los algoritmos han estado siempre con nosotros. No otra cosa es el «mínimo común denominador», que no me parece que sea sospechoso de querer implantar una dictadura planetaria. Se trata, por tanto, de elegir qué hacer (se puede, oiga): enseñar o esconder, hablar o callar, enfrentarse o convivir.

xEducation, el nuevo libro de George Siemens, Bonnie Stewart, y Dave Cormier

Sólo una pequeña nota para poner sobre aviso de xEducation (Johns Hopkins University Press, 2013), el nuevo libro que están escribiendo George Siemens, Bonnie Stewart, y Dave Cormier. Lo presentan así:

Our focus is on sidestepping the rather substantial hype around educational reform, particularly from the technological angle, and present a solid discussion of the scope and nature of higher education (HE) change.

Para seguir la escritura del libro han creado el blog xED Book, a book about education stuff, moocs, etc., en el que -como es lógico- apenas hay todavía sino declaraciones de intenciones:

The university’s main currency, its main product, is knowledge. As new things are done with knowledge, university’s face pressure to adapt to knowledge’s structure and flow.

Short Stories About Tiny Tasks. Un libro sobre microtareas, crowdsourcing y gamificación

Short Stories About Tiny Tasks. Microtasks, crowdsorcing and gamification (Microtask, 2012) es un libro editado en Tampere (Finlandia) por los miembros del proyecto Microtask.

Como explica el título, recoge un número considerable de artículos (publicados en el blog del grupo) sobre crowdsourcing, microtareas y gamificación.

El blog de Microtask se puso en funcionamiento a finales de 2009, cuando el concepto de «crowdsourcing» estaba empezando a tomar cuerpo. Desde entonces, han pasado muchas cosas, que han ido documentando en la red y que se resumen en este libro.

Esto quiere decir que Short Stories About Tiny Tasks es una obra que va más allá del proyecto estrella del grupo: Digitalkoot, es decir, la digitalización de las publicaciones periódicas que se conservan en la Biblioteca Nacional de Finlandia. Digitalkoot ha sido todo un éxito, ya que más de 100.000 voluntarios han realizado unos 7 millones de microtareas, poniendo a disposición de los finlandeses todo su patrimonio periodístico on line.

El libro es muy recomendable (166 páginas llenas de ideas inteligentes y reflexiones estimulantes, se abra por donde se abra), está dividido en tres capítulos (crowdsourcing, microtareas y gamificación) y se puede descargar gratuitamente en PDF. Creo que si les pides un ejemplar a info@microtask.com, te lo mandan. Al menos a mí me lo mandaron (y con dedicatoria, qué majos).

Hidrogenesse resume el libro de Jon Agar sobre Turing y la máquina universal

Bueno, no se trata propiamente de un resumen del clásico de Agar: Turing and the Universal Machine: The Making of the Modern Computer (1997), porque no hablan ni de la navaja suiza ni de otros elementos troncales del libro.

En realidad, «Historia del mundo contada por las computadoras» es un relato fragmentario del desarrollo de la computación desde los inicios de la revolución industrial hasta hoy.

Hidrogenesse siempre han hablado mucho de digitalidad en sus canciones, pero en esta ocasión lo que han sacado ha sido un disco conceptual, dedicado exclusivamente a pensar estos temas: Un dígito binario dudoso. Recital para Alan Turing (Austrohúngaro AH025).

Morozov contra el mundo. Un reportaje imprescindible sobre el utopismo en la red

El otro día estuve hablando por aquí -y sobre todo en Caos Ordenado Relativo– de un panfleto contra Steve Jobs del bielorruso Evgeny Morozov, que salió como artículo en EEUU y se ha publicado como libro en Italia.

Morozov es uno de los críticos más agudos de lo que llama «utopías tecnológicas», es decir, de la euforia desmedida que está provocando el desarrollo de la red en todos los ámbitos del ser humano, desde la política a la educación.

El programa «Backlight» de la televisión holandesa Vpro le ha dedicado a Morozov un reportaje, que me parece muy original e interesante. El autor aparece en el centro de un panóptico de imágenes y declaraciones sobre internet, que somete a una crítica implacable, una por una.

Son 50 minutos que nadie que esté interesado en estos temas debe perderse, se esté o no de acuerdo (lo importante es la enorme cantidad de reflexiones que nos suscita). Imprescindible:

Lectura aumentada y aprendizaje de lenguas. El caso del periódico «Metro» en Suecia

El periódico gratuito Metro, que nació en Suecia, donde tiene más de millón y medio de lectores diarios, ha lanzado este martes una aplicación de iPhone que incorpora a la lectura funcionalidades de realidad aumentada.

He estado probándola y me parece que puede abrir un camino a la hora de diseñar los libros de ELE del futuro (inmediato).

Metro usa la tecnología PointCloud (desarrollada por la empresa sueca 13th Lab) que es absolutamente intuitiva, ya que sólo hay que poner el dispositivo encima de una noticia o una foto para poder ver vídeos, hacer comentarios, ampliar galerías de fotos, escuchar canciones o puntuar las informaciones (literalmente, cualquier cosa).

Aunque el principio rector es el mismo que el de los códigos QR, esta nueva forma de leer (de enfrentarse a los textos, en general) es directa; por ejemplo, es posible ver el vídeo de una entrevista que se publica en el periódico poniendo el iPhone encima de la foto. No hay saltos ni tediosos intermediarios de red.

En este vídeo se ve un poco cómo funciona la aplicación, aunque no da una idea cabal de lo útil que puede ser para el aprendizaje de idiomas (en mi caso, ya lo es para el sueco):

http://youtu.be/eAzDspJvMgU

Update: Es muy posible que Metro extienda esta tecnología a otros países en los que está presente, como, por ejemplo, España. Estaremos atentos.

Morozov contra Steve Jobs. Un magnífico panfleto delirante

Tengo la impresión de que en España se conoce poco a Evgeni Morozov (Bielorrusia, 1984). No me suena que se haya traducido The Net Delusion: The Dark Side of Internet Freedom, y pocas veces lo he visto citado en los medios, a pesar de su visibilidad en la prensa (anglo)sajona.

Morozov es un cafre inteligente, uno de esos tipos que conoce bien las dictaduras (como la que aún se mantiene en su país de origen), y que, por tanto, sabe que cualquier cosa puede usarse con fines totalitarios. De hecho, su interés fundamental se centra en el uso totalitario que se contiene en las nuevas tecnologías.

El año pasado irrumpió como elefante en cacharrería, denunciando, con una agudeza e inteligencia notables, «los engaños de la red», que fue como tradujo el título de su libro Luis M. Alonso, en un magnífico artículo que se publicó en La Nueva España, y que es lo único de interés que conozco sobre Morozov en nuestro idioma.

No voy a hacer un recorrido por las polémicas que Morozov ha ido levantando en estos meses. Pero me gustaría llamar la atención sobre un ensayo larguísimo y delirantemente estimulante (de hecho, en Italia se acaba de publicar como libro exento) que salió a mediados de marzo en The New Republic: «Form and Fortune. Steve Jobs’s pursuit of perfection—and the consequences», y que es un ataque furibundo contra la filosofía de Steve Jobs y la «religión de las apps».

A mí el ensayo me parece un alegato socialistoide al estilo de otro conocido «pensador» poscomunista (Zlavoj Žižek). Antes o después, el mundo se cansará de Morozov, como lo ha hecho de Žižek, que se ha convertido en una caricatura de sí mismo; pero mientras tanto el furibundo ataque del bielorruso a la «falsa religión» del intocable iGod no puede pasar desapercibida. Como una abeja especialmente punzante que se esfuerza en agujerear la piel de un buey (al que le bastará un movimiento de la cola para tumbarla).

No voy a hacer una crítica del ensayo, simplemente voy a dejar aquí algunas citas reveladoras del mismo, para dar una idea del interesantísimo disparate, que recomiendo encarecidamente.

  • El «platonismo industrial» de Jobs. Forma y esencia se confunden en conceptos como «perfección» y «pureza»:
  • Neither Jobs nor Ive tells us exactly what he means by “pure,” […] It appears that “pure” products exhibit a perfect correspondence between their form and what both Jobs and Ive refer to as their “essence.” […] It is a kind of industrial Platonism. […] Pure products are born, not made; any visible signs of human assembly—say, screws—would make it hard to believe in the higher integrity, the perfection, of the product.

  • El reino de Jobs no es de este mundo:
  • The idea that the form of a product should correspond to its essence does not simply mean that products should be designed with their intended use in mind […] No matter how trivial the object, there is nothing trivial about the pursuit of perfection. On closer analysis, the testimonies of both Jobs and Ive suggest that they did see essences existing independently of the designer—a position that is hard for a modern secular mind to accept, because it is, if not religious, then, as I say, startlingly Platonic.

  • La falsa revolución de Apple:
  • Apple’s most incredible trick, accomplished by marketing as much as by philosophy, is to allow its customers to feel as if they are personally making history—that they are a sort of spiritual-historical elite, even if there are many millions of them.

  • La tecnología Apple y el mito de la caverna de Platón. Una metafísica de la modernidad totalitaria:
  • Jobs’s most impressive achievement was to persuade the shackled masses that they could see the Platonic forms without ever leaving their caves. Marketing—with its shallowness and its insidious manipulation of the consumer—would normally be relegated to the inferior realm of appearances, but it took on a different function in Jobs’s business metaphysics: it played the gospel-like role of showing us the way to the true, natural, and pure products that have not yet been spoiled by the suffocating and tasteless ethos of faceless corporations such as IBM and Microsoft.

  • La dictadura de las aplicaciones:
  • Apple’s embrace of the “app paradigm”—whereby activities that have been previously conducted on our browsers shift to dedicated software applications on our phones and tablets—may be destroying the Internet in much the same way that the automobile destroyed the sidewalks and the playgrounds […] The total and exclusive focus on the tool at the expense of its ecosystem, the appeal to the zeitgeist that downplays the producer’s own role in shaping it (“whatever happens is … ”; “feeling the direction”), the invocation of the idea that technology is autonomous (“these things take on a life of their own”)—these are all elements of a worldview that Lewis Mumford, in criticizing the small-mindedness of those who were promoting car-only travel in the 1950s, dubbed “the bankruptcy of social imagination.”

    También en Caos Ordenado Relativo