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Brian Lamb no es tu amigo

Desde que surgiera la etiqueta Edupunk, en este blog hemos discutido bastante al respecto, hasta el punto de dar lugar a un debate interno (Edupunk vs. Edupop) que no tardó en cobrar forma y entidad propia en el Manifiesto Edupop, que redactamos David Vidal y Emilio Quintana.

Gran parte de la gracia del Edupunk residía en el espíritu subversivo del movimiento, en su espontaneidad (parecia no estar promovido por nadie en concreto, pese a tener gurús), y en su carácter provocador. Y digo residía porque en la última y pulida revisión del movimiento, la que nos mostró Brian Lamb en el I+C+I al que asistimos el martes pasado en Barcelona (organizado por Juan Freire y Zemos’98), poco tiene que ver con aquel movimiento combativo que pretendía remover los cimientos del sistema educativo.

Vídeo 1: Brian Lamb explica cómo y dónde surge el término Edupunk

Me llama mucho la atención, sobre todo, que Lamb ha modificado sustancialmente la propia definición del movimiento. Si hace unos meses las señas de identidad del Edupunk eran «no ser perfecto, no estar pulido y no ser comercialmente aceptable», ahora lo importante es que sea «rápido, barato y fuera de control».

Esto suaviza con mucho la posición inicial, y además -si sigues la conferencia completa se ve claro- convierte al Edupunk en un movimiento mainstream, relacionado más con la revolución 2.0 (y las empresas que la hicieron posible), que con la lucha y la agresividad contra el caduco sistema educativo imperante, que podría deducirse de la imaginería propia del movimiento.

Vídeo 2: La conferencia completa de Brian Lamb en I+C+I (descarga directa)

Porque, sí, Lamb habla de usar las herramientas del sistema para combatirlo, citando a los Sex Pistols, pero en su caso, como los londinenses, de lo que hablamos en realidad es de «balas de fogueo». En mi opinión, Lamb ha traicionado los principios (sí, he escrito «principios») del Edupunk, y sus seguidores deberían sentirse más que engañados por quien no pretende otra cosa que mantener el status quo, las estructuras educativas vigentes, así como una posición acomodada y conformista.

La prueba es, sin duda, la invitación a una llamada «revolución secreta», que tiene más de circo que de «revolución», y que más que «secreta» es cobardona; resumiendo: Lamb insta a los profesionales de la educación a transformar las aulas, pero sin molestar mucho a los de arriba, directores, inspectores o lo que sea… no vaya a ser que les retiren la nómina. Estas 3 capturas reflejan cómo se vio en Twitter este punto el martes pasado:



Con gurús como estos, vamos dados… Más enlaces para no perderse: