Acaba de publicarse el informe Languages in Education (pdf) que coordina el «think tank» CCN Foresight, con base en la University of Jyväskylä, en Finlandia -bajo los auspicios del Programa «Lifelong Learning» de la Comisión Europea.
En sólo 14 páginas, los «expertos» europeos pretenden abarcar los cambios que están por venir en la enseñanza de lenguas en Europa durante la década 2010-2020. En mi opinión, este informe es más de lo mismo y en muchos momentos da vergüenza ajena, por su contenido y por su forma (esas fotos de bebés de ojos azules que salen de debajo de una manta o esos profesores de catálogo tocando con el dedo una pantalla táctil).
Hay una obsesión enfermiza por medirlo todo, por certificarlo todo -el fracaso del portfolio y de herramientas similares no parece que les haya afectado en nada. Los lugares comunes se suceden unos a otros, como ya pude ver en julio de 2009 en Barcelona, en un encuentro sobre competencias digitales que fue muy interesante pero en el que el representante de la burocracia europea sólo pensaba en reglamentar, estandarizar y controlar. Siguen igual, no se enteran de nada, viven en una burbuja de planificación estéril.
En el informe se considera el e-learning un instrumento para el desarrollo de nuevas destrezas, pero se insiste en el tópico manido: el estudiante que le enseña al profesor cómo funciona Facebook, al tiempo que el profesor (retratado como un tontito incapaz de manejar un ratón) le enseña al alumno su «expertise»: lo que está bien y lo que está mal en el uso de la red. Me parece una visión patética del cambio sustancial al que estamos asistiendo: todos somos profesores y todos somos estudiantes, no hay nativos digitales sino competencia digital, etc.
No me extiendo, el informe no tiene ni pies ni cabeza. Si lo traigo aquí es para llamar la atención sobre el creciente distanciamiento de la realidad de los supuestos expertos educativos de la Unión Europea. Triste.