Esas formas de respiración articulada que conocemos como «lenguas» sirven básicamente para comunicarse. Esto significa que mueren cuando son inútiles para su función básica.
Ahora tenemos los medios para documentar su desaparición, pero lo raro es que una lengua como el «foe», que cuenta solo hasta 37, y de esta forma (vídeo), siga existiendo.
El ser humano ha buscado siempre una forma universal de comunicación, como el latín lo fue entre las élites de la Europa del Renacimiento. Los intentos de ingeniería social, caso del esperanto, no sirven. Es la propia lógica de las cosas la que está creando una forma de respiración articulada universal: el globish. Los debates sobre el «globish» se multiplican, al mismo ritmo que la nueva lengua se abre paso como lingua franca universal:
Los profesores de Español para Extranjeros sabemos que, fuera de la/s lengua/s nativa/s, no hay más que interlengua. El «globish» no es otra cosa que una interfaz de tipo interlingüístico, del mismo tipo que el latín del Renacimiento, solo que en un nivel masivo. Oponerse a su avance implica empobrecimiento intelectual.
En cuanto al español, soy firme partidario de que, independientemente de nuestra variedad nativa, vaya tomando forma de manera espontánea un «globish» hispano, que actúe de interfaz comunicativa para los millones de hablantes de esta variedad latina.