Sharismo: Una revolución de la mente [pdf, trad. esp.]
Estoy entre los que piensan que no tiene sentido adaptar paradigmas predigitales a los nuevos entornos de aprendizaje, y que el humanismo no puede prescindir del conocimiento científico (como no lo hizo el patrón original del Humanismo renacentista). Si hay que elegir, me decanto por tecnólogos que conozcan el funcionamiento real de la mente –Rheingold, por ejemplo- antes que por luditas que inventan teorías mentalistas (Gardner, por ejemplo).
Esto es lo que me pasaba por la cabeza mientras escuchaba a Mario Rinvolucri hablar una vez más de su revolución humanista, que me temo que poco tiene que ver con lo que está pasando en «otros vagones del tren» (por usar su propia terminología). Mientras tanto, desde China llega un interesantísimo ensayo de Isaac Mao (maravilloso nombre) titulado «Sharismo: A Mind Revolution», un texto excepcional que parte de la idea de que compartir está en la naturaleza del ser humano, es decir, en la propia sinapsis neuronal.
Mao presenta el “sharismo” como el “Espíritu de la Era de la Web 2.0” y lo resume en una frase: «Cuanto menos compartes, menos poder tienes»:
Una cultura que no comparte (“non-sharing culture”) nos engaña con su absoluta separación de Espacio Privado y Espacio Público. Hace de la acción creativa una elección binaria entre lo público y lo privado, lo abierto y lo cerrado. Esto abre una brecha en el espectro del conocimiento. Aunque esta brecha tiene el potencial de convertirse en un espacio creativo valioso, la inquietud por la privacidad hace que esta brecha sea difícil de cerrar. No debería sorprendernos que, para sentirse seguros, la mayoría de la gente mantenga lo que podría compartir como privado y adopte una actitud “cerrada”. Tienen miedo de que Internet genere una capacidad de abuso contra la que no puedan luchar solos. Sin embargo, la paradoja es esta: Cuanto menos compartes, menos poder tienes.
He traducido el texto al español porque me parece que -con todo su exceso de optimismo, poesía y abuso del término «social»- se trata de un ensayo verdaderamente inspirador para el tiempo en que vivimos, y desde luego en el ámbito educativo: «Puesto que el sharismo puede mejorar la comunicación, la colaboración y la comprensión mutua, creo que tiene también un lugar en el sistema educativo».
La capacidad de compartir con nuestros estudiantes a partir del respeto a su individualidad va más allá de esa interpretación chata de la dimensión afectiva del aprendizaje tan de moda. Es a partir del respeto al individuo, a su decisión libre de interactuar o no, y de poner en juego estratégicamente su inteligencia conectiva como es posible entender una enseñanza libre de falsos ídolos y que responda a los fundamentos de la naturaleza humana.
- Si alguien quiere discutir la traducción puede hacerlo en este wiki: http://sharismo.pbwiki.com
«Sharismos» en oposición a «comunismo» del modo que «inteligencia conectiva» se opone a «inteligencia colectiva». El énfasis sobre el individuo, aunque vaya contra la propia lógica de lo que proponen. Se niegan a pensarlo hasta el final.
En la otra acera se llama «procomún» (lo común -del comunismo). La dirección no es de individuo a lo social (la posición (neo)liberal que se defiende en este blog), sino al contrario de lo social a lo individual. El conocimiento (como la verdad en Expediente X) está ahí fuera, por eso el colectivo, social, público (procomún).
Un post muy interesante, lleno de apuntes polémicos (en el sentido de que sirven para discutir) y que ayudan a pensar. Por más que esté muy lejos y vea las cosas de forma muy diferente.
Saludos
Hola Daniel,
No sé yo si lo que Emilio intenta expresar en el post es un juego de oposiciones tan sencillo como el que tú expones: comunismo contra liberalismo, inteligencia colectiva contra inteligencia conectiva…
Lo cierto es que la polémica no es nueva, estaba servida de antes… y lo gracioso es ver cómo las posturas maniqueas son más bien unas (las que ponen el acento en lo social -estoy pensando por ejemplo, en Stephen Downes), mientras que los integradores y los dialogantes, los reflexivos, los que son capaces de ver las dos caras de la moneda, son las otras (esas que, creo que desafortunadamente, llamas (neo)liberales).
Emilio puede que sea un liberal, no te digo que no (aunque creo que su postura es bastante compleja y con muchos matices -o aristas más bien), pero no todos los que se erigen como representantes del Conectivismo desde la perspectiva del individuo lo son (pongo por ejemplo a George Siemens, por citar a uno). No sé si Isaac Mao es liberal o no, la verdad, pero lo que parece claro es que es capaz de hacer un análisis que, lejos de ideologías y etiquetas, muestra de forma meridiana de qué va todo esto, de por dónde va el futuro y, además, de una forma más que optimista, lo que es de agradecer…
Así que dejémonos de batallas maniqueas y vayamos al meollo… a lo que importa… ¿Tú eres sharista o no?
Hola David,
Tienes razón en que las cosas no suelen ser tan sencillas como está planteado aquí y menos cuando se trata de las ideas de una persona. Mi intención no fue en ningún caso hacer un análisis demasiado simplista que pudiera molestar a nadie. No creo que sea el caso.
No me negarás que Siemens explícitamente opone inteligencia conectiva a inteligencia colectiva y que Mao en la presentación linkeada rechaza el comunismo.
Mi punto de partida es que el conectivismo tiene un límite: el individuo. Este límite es superado por la idea de lo pro-común (o, simplemente común). Insistó que tanto el conectivismo como el sharismo van de lo individual a lo social y para ambos compartir o conectarse empiezan y acaban en el individuo. La idea que yo tengo sigue la dirección contraria: va de lo social a lo individual.
Para responder a tu pregunta necesito leer el artículo de Mao otra vez y pensar detenidamente. Déjame unos días y vuelvo por aquí.
Bueno, mi posición en este debate es fácil. Estoy en absoluto, total y completo desacuerdo con lo que dice Algarabías.
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Estoy entre los que piensan que no existe ningún paradigma digital que no se base en ideas previas a la existencia de estos entornos.
Entre 1890 y 1900 un biólogo ruso hablaba de esto que ahora denominan «sharismo», y no sólo teorizaba poéticamente sobre que el acto de compartir se encuentre en la naturaleza humana, sino que demostraba que sólo las especies que comporten recursos y conocimiento sobreviven, en contra de las teorías darwinistas sociales que surgieron por aquel entonces.
La obra se llama «El apoyo mutuo: un factor de evolución», de Piotr Kropotkin, y podéis leerla en:
http://www.kehuelga.org/biblioteca/apoyo/apoyo.pdf
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