(viene de un post anterior)
Una de las más gratas sorpresas que me llevé en la Moodlemoot Euskadi 2009 fue escuchar a una importante figura de la blogosfera educativa, como es Aníbal de la Torre, hablar de Conectivismo. Conduciendo hacia Bilbao comentaba la ilusión que me hacía conocer en persona a Aníbal, después de tanto tweet y tanto post. La verdad es que la impresión fue muy buena, aunque no pudimos hablar mucho -lo mismo que ocurrió con muchos de los que había allí. Me queda el consuelo de que la conversación sigue en la red.
Como decía, me entusiasmé cuando Anibal nombró a la criatura de George Siemens y Stephen Downes (¡vaya padres!): si él lo hacía era porque el paradigma conectivista estaba calando de alguna forma en la educasfera. Pero la alegría me duró un suspiro: lo poco que dijo Anibal no me parecía sino un batiburrillo de ideas sin montar, probablemente fruto de los pobres intentos que se han (hemos) hecho por difundir la teoría de forma sistemática, que necesitan ser precisadas:
- El Conectivismo NO es una metodología de enseñanza. Más bien responde a lo que Kuhn llamó modelo paradigmático, esto es, un conjunto de ideas (mindset) que permiten caracterizar un conjunto de teorías de orden inferior. La relación del paradigma conectivista con disciplinas como las ciencias sociales, las teorías del aprendizaje, la ética, etc… son la prueba de que no podemos tomar estas ideas tal cual, como principios funcionales. En este sentido el Conectivismo es una teoría compleja sobre cómo aprendemos.
- A la hora de caracterizar el Conectivismo de cara a trabajar con principios funcionales, yo lo haría como teoría del conocimiento, esto es, como una explicación de qué es aprehensible y cómo, de cuáles son los mecanismos que permiten la aparición de constructos de información que, sea por la razón que sea, llamamos conocimiento. Las Ciencias Cognitivas, más allá del constructivismo (que, recordemos, también es paradigma, y no método), son el sustento del Conectivismo como teoría del conocimiento aplicada a los procesos de enseñanza/aprendizaje.
- Así, el Conectivismo como teoría del conocimiento no se limita -no puede hacerlo- a explicar cómo aprendemos con TICs, sino que es un modelo complejo, que no olvida que los elementos que lo integran (objetos de aprendizaje y agentes) son también complejos. Que ahora tengamos acceso a muchas más fuentes de información no quiere decir que antes se adquiría el conocimiento sólo de una fuente y que cualquier individuo tenía acceso a él de la misma manera (eso ya lo puso de relieve el constructivismo, ¿no?). Lo que ocurre es que en la era de internet el modelo anterior se muestra del todo insostenible: el juego no da más de sí y tenemos que cambiar no sólo las reglas, sino también el tablero.
- ¿En qué se traduce lo anterior? Pues en que el alumno se considera también de manera compleja: el aprendizaje se produce en una multiplicidad de ámbitos y de muy diversas maneras (distinguir aprendizaje formal/no formal/informal en función de la certificación o el espacio me parece un error común y una distinción inútil en esos términos). Ahora bien, esto no quiere decir que el docente tenga que seguir y evaluar las actuaciones de los alumnos en todos los ámbitos. No, Anibal, no tenemos que meternos en tuenti a seguir lo que hacen nuestros estudiantes. No sólo es físicamente imposible, sino que además es inútil.
- La consideración anterior (tomar al alumno como un agente complejo del proceso de aprendizaje) trae de suyo establecer que, entro otras cosas, los estudiantes son, en esencia, autonomía con piernas. Los docentes no tenemos la virtud de conceder autonomía de aprendizaje a nuestros alumnos, como si fuera un turno de palabra. A lo sumo, a lo más que llegamos es a castrar ciertas actitudes en el aula, como bien sabe el hijo de Aníbal, que desprende creatividad a raudales.
Las cinco pinceladas anteriores son sólo el principio, y no agotan en absoluto el modelo. De hecho, sólo me sirven para una cosa: evidenciar que efectivamente estamos ante cambios trascendentales. No son cambios estructurales si hablamos en términos físicos (al fin y al cabo, nuestro cerebro y su funcionamiento no cambian de una década para otra), pero sí en términos sociales. Estamos, como diría Kuhn, ante una revolución científica, ante un cambio de paradigma del que tenemos que dar cuenta. Y ahí es donde entramos en juego nosotros, los docentes. Tenemos que responder de forma eficaz a este reto, repensando el modelo educativo y comprometiéndonos con el esfuerzo. Que lo hagamos con ayuda de unas herramientas u otras da igual. Internet no es sinónimo de excelencia, como no lo fue nunca el ordenador, la televisión, la radio, la imprenta o el rollo de papiro. Lo que cuenta es ver qué tenemos alrededor y sacar el mayor partido posible del tiempo que nos ha tocado vivir.
El proyecto que presentamos en la Moodlemoot, hablapalabra, no ha sido está siendo en este sentido más que un intento bastante improvisado de ser consecuentes con unas convicciones claras. Nos hemos arriesgado mucho (unos más que otros, ¿verdad Luis?), ya que la iniciativa se enmarca en el ámbito privado, y eso supone que igual te despiden si sale mal, o no se obtienen resultados satisfactorios. El esfuerzo, eso sí, merece la pena. Así lo demuestra el interés de la gente por el proyecto, el apoyo que venimos recibiendo desde muchos compañeros, y, sobre todo, la respuesta de los niños, reflejada en lo que hacen y, sobre todo, en la manera en que se enfrentan a lo que hacen.
A partir de aquí sólo nos queda seguir adelante con el debate. La intervención de Aníbal en la Moodlemoot y el revuelo levantado así lo exigen. Merece la pena.