En el nuevo desorden educativo que, tarde o temparno, irrumpirá en nuestros entornos de conocimiento, uno de los huesos más duros de roer es el que pretende disfrazar la tradicional relación jerárquica (de control) profesor-alumno, con palabras «comadreja» como «facilitador» o gestor de grupos.
De hecho, fue uno de los temas que salió tímidamente en el Encuentro Ele Comillas que tuvo lugar en noviembre 2009 -sobre el que hemos tratado y seguiremos tratando aquí. Este «que todo cambie para que todo siga igual» -equivalente a llamar «tareas 2.0» a lo que no son más que actividades de la internet 1.0, o a definir la red como ecosistema y no ver más allá de los repositorios- es, junto al aumento de la censura y el control educativos, una de las estrategias más efectivas para obstaculizar un auténtico movimiento disruptivo en la enseñanza de ELE.
El debate grupos v. redes, por tanto, sigue siendo pertinente; y la pelota sigue estando donde siempre ha estado: identidad, individualidad, conectividad, autonomía, creación, caos, interacción y eliminación de la estandarización evaluativa.
Muy influída por Stephen Downes, la siempre extravagante Nancy White aprovechó este verano para resumir el tema -acertadamente-, buscando vías intermedias (sin faltar, como ya es habitual, la referencia al chocolate). La pregunta es; ¿tiene algún sentido mediar entre tocino y velocidad? En mi opinión, ninguno, nadar entre dos aguas solo obstaculiza el cambio: