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El buenismo en educación

Los monigotes de la foto son de Néstor Alonso.

Uno de los mejores blogs sobre educación de nuestro país es Xarxatic. Lo cito poco, porque suele tratar de temas relacionados con la educación reglada obligatoria, que me parece que (en muchos aspectos) difieren bastante de la enseñanza de ELE.

Pero en otros, no. Su última entrada: «El buenismo en educación» (que copio casi entera, porque no tiene desperdicio) es aplicable a todas las instituciones que conozco:

El “buenismo” es una conducta bastante habitual últimamente en las redes sociales por parte de algunos docentes (y/o grupos de docentes) consistente en una filosofía (aunque su base filosófica sea muy errática y contradictoria) que trata de llegar al cambio educativo mediante reacciones emotivas que sustituyen (o complementan) a la acción y, cuyo despliegue abarca desde propuestas de mejoras educativas, la suposición de lo “bueno” en Educación y, finalmente, el gran error de considerar que se está en posesión de la razón. […]

Tal como plantea Valentí Puig en uno de sus variados artículos, se trata más bien de un método de estar, más que de una forma de ser. A largo plazo, ese buenismo es muy difícil de sostener, ya que la realidad educativa es “el reino turbio de las realidades y no de los deseos píos, ni de la conversión de los píos deseos en estrategia”.

Lo lamentable del «buenismo», con todo, no es su profunda nadería, sino los fines para los que se usa:

Lo grave no es la existencia de ese buenismo educativo, ya que lo realmente preocupante es el establecimiento de la contraposición al mismo por irrealidad, cuestionando (o lo que es aún peor, ignorando) cualquier posición divergente con el mismo. A aquellos que caen en dicho error, intentando en muchos casos sólo poner un poco de realidad (que, lamentablemente, en temas educativos muchas veces es bastante descorazonadora) se les etiqueta como “los malos” […]

Sea como sea, la estrategia de ver “fondos oscuros” donde sólo se expresan matices, y querer destruir opiniones divergentes con discursos de “autodefensa” (considerando que quien piensa lo contrario -aunque sólo sea en los matices- les pide que se autoflagelen por hacer) cada vez funciona peor, ya que la “realidad”, esa que no se quiere ver, que se quiere obviar, que se quiere difuminar, al final se acaba imponiendo.

Es más cómodo y políticamente correcto callar, participar y criticar en voz baja, porque las etiquetas y descalificaciones a tus posturas (igual de válidas o inválidas que las de los demás) no gustan de oír.

Del mismo modo que hay cocineros que intentan esconder una carne mal hecha metiéndole mucha salsa, de forma que arruinan el plato, el mundo educativo está lleno cada vez más de cocineros que están rebajando el nivel mediante el intento de anular la crítica, el matiz, la discusión con el mantra del «buenismo».

Eso sí, todo lleno de mucha empatía, mucho «buen rollito» y mucha caradura.

Cómo se hundió la Universidad española (2). Entrevista a José Penalva

En marzo comenté un libro que me había llegado desde la Universidad de Murcia: Corrupción en la Universidad. El ocaso de la educación. El triunfo de la endogamia (Ciudadela, 2011), de José Penalva.

La universidad española -con las lógicas excepciones- funciona de un modo que no le permite avanzar en la excelencia, y que hace que no tenga el peso que debería en la escena internacional. La peripecia personal del profesor Penalva, inmediatamente sancionado y expedientado, explica en buena parte dicha anomalía.

Esta entrevista es de ayer. Como universitario, no me sorprende nada de lo que se cuenta, pero puede ser esclarecedora para los que no conozcan esos ambientes. En España, ser un buen profesor suele pagarse en forma de acoso, expedientes y sanciones, verdaderas medallas a la excelencia educativa en la situación actual, frente a los controles de un poder cada vez más ciego y estandarizador.

Se agrega y grita: Para el sufrimiento inutil y deja subjuntivo!!

A través del blog de Teresa de Santos, llego a una página en Facebook que se llama Anti subjuntivo, al parecer creada por estudiantes de español en Eslovaquia (hay unos 180 ahora).

Como bien explica Miriama Petrikova (Gymnázium Federica Garcíu Lorcu, Bratislava) en su preciosa interlengua:

Te apetece mucho espanol? Y tambien crees que subjuntivo lo hace menos atractivo? Eso es el grupo mas ideal para ti.

Se agrega y grita: Para el sufrimiento inutil y deja subjuntivo!!

No me parece ninguna tontería. Soy firme partidario de que, independientemente de nuestra variedad nativa, vaya tomando forma de manera espontánea una especie de español internacional, similar al inglés, que actúe de interfaz comunicativa para los millones de hablantes no-nativos de esta variedad latina. Como dice Robert Lane Greene: «Languages become simpler and more flexible in order to spread and succeed».

El español lo tiene todo para convertirse en una interlengua global (no internacional, como ahora, y con escasas perspectivas de mejora, diga lo que diga la propaganda), pero para eso debe abundar en un proceso de simplificación flexible, semejante al del inglés (que se ha convertido de este modo en lengua de comunicación global). Si fuera de la lengua nativa no hay otra cosa que interlengua, dicha variedad debe ser lo más eficiente posible.

Este proceso (que además está en la naturaleza histórica de la lengua española, como sabe cualquiera que haya leído la Historia de la lengua española de Rafael Lapesa) pasa, entre otros caminos, por la simplificación de un sistema verbal inasumible cognitivamente para un no-nativo (todo profesor de ELE debe tener la honestidad de dejarle las cosas claras al estudiante desde el principio). La operatividad del subjuntivo no implica su necesidad.

El subjuntivo es lógico, el subjuntivo es operativo (PDF), el subjuntivo es una forma estupenda de pasar el rato con los estudiantes, investigando las posibilidades del español. Las investigaciones y materiales de José Plácido Ruiz Campillo (esa obra maestra que es El ventilador) son la prueba. Pero el subjuntivo es «inútil» desde el momento en que un analfabeto nativo en lengua española lo usa siempre de forma correcta. Su operatividad cognitiva implica su inutilidad comunicativa, puesto que su recepción conlleva mecanismos de comprensión autónomos.

Algunos estudiantes de español como lengua extranjera saben que algo no cuadra. Y lo dicen. Y tienen razón.

    He concretado un poco más estas ideas en los comentarios a «La hora del léxico».

Competencia Digital del aprendiente de LE

CD y PLE en la enseñanza / aprendizaje de LE Clic en la imagen para agrandar.

El Departamento de Proyectos Europeos del Instituto de Tecnologías Educativas (ITE) de España ha presentado un informe sobre la Competencia Digital en educación, una de las ocho competencias básicas que se incorporaron al currículo oficial en 2006.

En él se recogen algunos de los aspectos fundamentales de cómo desarrollar la competencia digital de docentes y estudiantes y cómo integrarla en el aula. Puedes ver el informe o descargarlo aquí.

En el área de la enseñanza de ELE se sigue debatiendo sobre qué aspectos de la Competencia Digital deben aprender docentes y estudiantes, y cómo introducirlos en el aula. El siguiente gráfico muestra los elementos que, desde mi opinión, se deben tratar en la enseñanza/aprendizaje de segundas lenguas, especialmente desde la perspectiva del aprendiente, que es el área donde más información se necesita actualmente.

El gráfico relaciona la Competencia Digital con los objetivos principales de los Entornos Personales de Aprendizaje (PLE) y está dividido en cuatro dimensiones:

  • instrumental: lenguajes, herramientas y entornos digitales
  • sociopragmática: buscar, interpretar y evaluar información
  • cívica: identidad digital y responsabilidad con la información
  • aprender a aprender: estrategias de aprendizaje, autonomía y aprendizaje para toda la vida

Se ha tenido en cuenta para esta definición un enfoque comunicativo que tiene como ejes principales el aprendizaje autónomo y el aprendizaje para toda la vida.

Cómo la evaluación destruye la educación. Un libro de Diane Ravitch (2010)

Diane Ravitch no es una persona irrelevante. Ha sido una de las responsables de implementar las políticas educativas en EEUU durante las presidencias de Bush y Clinton, en especial por lo que se refiere a la «accountability», es decir, el uso sistemático de evaluaciones que midan la «calidad» educativa («total quality management»).

Ravitch ha publicado un nuevo libro, en el que, en cierto modo, pide perdón por todo el daño que le ha hecho al sistema educativo norteamericano: The Death and Life of Great American School System: How Testing and Choice are Undermining Education (Basic Books, 2010). Sus conclusiones son claras:

  • la idea de evaluar el sistema educativo ha fracasado.
  • la evaluación del desempeño en el ámbito educativo se ha convertido en un fin en sí mismo.
  • evaluar la escuela es «mecanicista, contrario a la ética y contrario a la educación».
  • la calidad de las escuelas ha caído debido a la existencia de los sistemas de evaluación, con su legión de pedagogos e inspectores.
  • la «evaluación objetiva» no existe, no es posible un «barómetro» educativo.

En definitiva: la evaluación se está cargando la educación de las nuevas generaciones. Aquí tenemos a una de las máximas responsables en diseñar el sistema educativo norteamericano entre 1997 y 2004, entonando el «mea culpa» a través de libros, conferencias, artículos y en el blog Bridging differences.

Si bien no cree en recetas mágicas, considera que, al menos, hay tres medidas necesarias:

  • la escuela no es un lugar que debe enseñar a pensar, es decir, no es un lugar para la represión del conocimiento, y no es un lugar para domesticar en lo políticamente correcto. La escuela debe ser un espacio de aprendizaje y de libertad, no de evaluación punitiva.
  • se debe acabar con los cuerpos de «expertos», pedagogos e inspectores, es decir, con los policías de la evaluación que contribuyen a «undermining» (destruir los cimientos, socavar) la educación.
  • que el profesor dedique su tiempo a cultivar el conocimiento, en vez de estar pensando en cómo pasar el test de evaluación, del que dependen su sueldo, prestigio e incluso su propia vida.

Viniendo de alguien que ha participado en el montaje del mecanismo, no estaría mal tenerlos en cuenta.

  • Reseña en The Washintong Post.
  • Entrevista en Dallas News.
  • Palabras XL

    Poco a poco se están empezando a usar las apps en proyectos cientificos. Hay quien habla en este sentido de «minilaboratorios portátiles». El potencial de las aplicaciones radica en que permiten llegar a millones de personas. Aunque el éxito de un experimento con apps depende de la participación de los usuarios.

    Uno de los proyectos europeos que más repercusión está teniendo por ahora es Palabras XL (Science XL en inglés), que pretende conocer mejor la capacidad de leer del ser humano:

    Un aspecto fundamental de esta capacidad es el modo en el que somos capaces de decodificar de manera rápida y sin apenas esfuerzo las cadenas de letras, identificando a qué palabra se refieren para poder así acceder a su significado.

    La aplicación de Palabras XL (en español, vasco y catalán, entre otras lenguas) se basa en tareas de decisión léxica, es decir, hay que decidir si cada palabra que se nos presenta es real o inventada. La aplicación mide el tiempo de reacción y si la respuesta es correcta.

    El mecanismo es simple, pero depende de la participación masiva. Hay que tener en cuenta que, en el caso del español, la prueba se está haciendo con la variedad de los hablantes de España:

    Purpos/ed[ES] vs. #15m

    «Vamos a cambiar el mundo«. Esa es la frase con la que se presenta la iniciativa Purpos/ed[ES].

    «Somos personas normales y corrientes«. Esa es la primera frase que encuentras en el manifiesto de ¡Democracia real ya!, que impulsó las ya famosas manifestaciones del #15m.

    Estés más de acuerdo o menos con cada una de estas iniciativas, seguro que te preguntarás qué diferencia el éxito que ha tenido una con el recorrido que lleva la otra. ¿Por qué el #15m ha corrido como la pólvora, como si de un video de youtube se tratase, y Purpos/ed[ES] apenas ha tenido repercusión fuera del gremio educaTICvo? ¿Por qué no llega esa esperada revolución educativa que ponga en jaque al sistema mismo, o que al menos lo asuste, como está ocurriendo ahora en España? ¿Dónde está la clave? ¿Quizá en quién promueve la revolución? ¿O en qué es lo que busca realmente? Estando a las puertas de unas elecciones, ¿tan poco importante es la educación que nuestro voto no sirve para exigir un cambio en el modelo educativo?

    Si después de más de una década buscando el cambio necesario en educación ha pasado nada, si después de repartir portátiles por los colegios e institutos de media España no ha cambiado nada, si la Consejería de Educación de turno ha invertido decenas de miles de euros en formación del profesorado y seguimos en las mismas, si llevas una pegatina de edupunk en el portátil pero sigues poniendo exámenes y preparando a tu alumnos para selectividad… ¿no hay algo que no funciona?

    Yo lo veo claro, y tengo otra razón más para sumarme al #15m. Una que no aparece en las pancartas que ves en la calle hoy, pero que es mucho más importante.

    N.B. Ni que decir tiene que esta es una postura personal que no puede ni debe adscribirse a nodos_ele. Probablemente Lola y Emilio piensen diferente, o no. Eso es lo bueno, y por eso sigo colaborando con ellos.

     

    Hibridaciones y serendipia en Málaga (4-6 julio 2011)

    Llega el verano y los cursos de verano. No sé cómo funcionan ahora, pero en mi época de estudiante los usaba para pasar las vacaciones gratis, ya que a los repelentes gafotas cuatro ojos que teníamos buenos expedientes académicos nos daban alojamiento y matrícula gratis. No me habría podido permitir pasar dos meses de vacaciones en El Escorial, Santander, Aguadulce, Baeza, Laredo etc. A veces en los cursos había alguna cosa interesante, pero vamos que eso.

    En fin, me dejo de batallitas, por desgracia ya demasiado lejanas, para recomendar un curso de verano que tengo la seguridad de que merece la pena por sí mismo: «Aprendizajes invisibles: hibridaciones entre el aprendizaje formal, informal y la serendipia» (Málaga, UNIA, 4-6 julio 2011). Pasar tres días con Cristóbal Cobo, John Moravec y Hugo Pardo Kuklinski por 90 euros es un lujo que merece la pena. Y, por lo que veo, los estudiantes pueden pedir beca (lo que parece que no ha cambiado es el papeleo kafkiano de la rancia administración de nuestro país).

    El lunes 4 de julio, Cristóbal Cobo se mete una sesión maratoniana de «aprendizaje invisible» muy completa. El martes, Moravec diserta como los buenos, en plan guru visionario, pero de los que saben lo que dice. Y el miércoles llega Pardo Kuklinski a rematar la faena. El tema de su intervención me parece muy interesante (la universidad y las marcas blancas), pero me suena a endogámico, más hecho pensando en los organizadores del curso que en el público asistente. Hubiera sido más acorde con el título del curso que se hablara de serendipia, un concepto que personalmente cada vez me parece más importante en términos educativos.

    El encuentro forma parte de la gira de presentación del libro Aprendizaje invisible. Hacia una nueva ecología de la educación (Col·lecció Transmedia XXI. Laboratori de Mitjans Interactius / Publicacions i Edicions de la Universitat de Barcelona, 2011), del que tengo poco más que decir después de leer la completa entrada que publicó ergonomic el otro día. Ahí pueden encontrar lo fundamental: la «sesuda crítica» de Kuklinski, la entrevista que adjunto más abajo, así como las «10 reflexiones sobre el aprendizaje invisible» recogidas en un acto en Barcelona.

    O mejor dicho, igual en otro momento escribo algo sobre eso, porque no estoy de acuerdo para nada con los puntos 3 y 6.

    Carla Bazzanella: «Numeri per parlare» (2011)

    Numeri per parlare (Laterza, 2011) es un breve y curioso ensayo que ha publicado (en colaboración) Carla Bazzanella (Università di Torino) sobre expresiones en diversas lenguas que contienen números.

    El uso de números forma parte de los recursos de intensificación que usamos para realzar lo que decimos, es decir, forma parte de nuestro «saber hacer» más expresivo.

    Un ejemplo puede ser la forma de indicar una grandeza exagerada. En italiano: «te lo he dicho cien veces» («l´ho ripetuto cento volte»). En danés: «te lo he dicho 117 veces». En francés: «te lo he dicho 36 veces». Y en español, no sé, a mí me sale: «te lo he dicho ochenta mil pares de millones de veces», será que soy muy exagerado (en todo caso, el número 8 suele estar presente).

    Esto nos lleva directamente a la sesión 2.1 de El ventilador, en la que se habla de «exageraciones» con números, tanto para intensificar como para atenuar: «llevo tres horas aparcando», «he visto esa película cienes y cienes de veces«, «espérame un segundo», o «hace un siglo que no te veo». Aunque hay de todo. Por ejemplo, en una novela picantona de las de kiosko, se puede leer.

    Otras veces, la autora se fija en un número concreto, caso del 5. En italiano «avere i 5 minuti» indica rabia, en inglés se dice «give me five» para expresar la complicidad entre personas. ¿Qué os sale lo primero en español? A mí, esto: «eso es cosa de cinco gilipollas y el del tambor, no hay que hacerles caso». Además, no todas las lenguas usan el sistema decimal. El danés, por ejemplo, se basa en múltiplos de 20.

    En fin, un libro para pasar un rato entretenido. Quien tenga más interés, que escuche el audio de la autora que he puesto aquí abajo.

    Eres lo que hablas. Un libro de Robert Lane Greene

    Robert Lane Greene es el autor de Johnson, un blog sobre lenguas en el que casi nunca me he fijado (igual hay que darle un repaso), y que mantiene The Economist. Hace poco hizo una buena selección de 5 libros sobre lingüística cognitiva en The Browser.

    Acaba de publicar un libro que está recibiendo mucha atención, pero que (solo he leído fragmentos) me parece que está escrito con cierta ligereza: You Are What You Speak. Grammar grouches, language laws and the politics of identity («Eres lo que hablas. Expertos gramaticales, normas lingüísticas y políticas identitarias», Delacorte Press, 2011).

    Greene parte de una posición que comparto: la lengua es comunicación entre hablantes; el resto es una cuestión de quién controla qué se habla y quién controla cómo se habla, es decir, es una cuestión de política y poder. El libro pone sobre la mesa muchos temas, con puntos de vista que en ocasiones me parecen contradictorios. En todo caso, es uno de esos libros que te interpelan y te hacen tomar posición. El índice que propone el autor es apasionante; su desarrollo, menos, cayendo incluso en la insustancialidad de los «libros de aeropuerto».

    Concuerdo con Greene cuando afirma que «cuanto más simple es una lengua, más rica es». Como dice, en frase memorable:

    Languages become simpler and more flexible in order to spread and succeed.

    Defiendo la importancia de un globish español, una lengua española internacional, simple y útil, que tome el puesto, junto al inglés, de lengua global (cosa que hoy no es ni de lejos, a pesar de la propaganda triunfalista con que se nos bombardea desde hace años). Las características «analíticas» de la lengua española, su simplicidad de pronunciación, sintaxis y vocabulario, la hacen especialmente apta para este fin.

    El autor analiza el uso político de las lenguas (la imposición del «afrikaans» como parte del estallido de la violencia en Suráfrica, o la división que se ha creado entre un turco escrito con caracteres latinos y otro escrito en caracteres árabes), denuncia el poder castrador de las academicas y fundaciones de policía lingüística (la Académie française, por ejemplo), considera que el kurdo, el galés, el catalán o el vasco están sometidos por el nacionalismo «violento» de lenguas superiores (algo que me parece contradictorio con lo anterior; además, al mismo tiempo, está encantado de que el hebreo haya resucitado gracias a su imposición como lengua nacional de Israel. ¿En qué quedamos? ¿imponer es bueno o es malo?). En la misma línea, al autor le parece bien que los suizos de habla alemana hayan creado su propio «alemán suizo», una lengua artificial y obligatoria que no tiene más función que la identitaria. Esto es la ley del embudo. La impresión es que Greene defiende una cosa y la contraria, sin un criterio claro.

    En otra parte del libro el autor se dedica a machacar a Lynne Truss (una especie de Lázaro Carreter inglesa, pero con más salero, defensora de la pureza del inglés por cualquier medio – miren la foto si no me creen). Es todo muy arbitrario, ya que la Truss se toma su papel de «estricta gobernanta» del idioma con mucho sentido del humor. Sin embargo, Greene tiene razón cuando habla de la fatuidad de ciertos «expertos» gramaticales, que se arrogan una presunta superioridad a partir de una perspectiva lingüística subjetiva. De hecho, en el ámbito hispánico tenemos ejemplos del peligro de jugar a los dardos sin ton ni son (lo normal es que te salten un ojo).