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Cómo se hundió la Universidad española (2). Entrevista a José Penalva

En marzo comenté un libro que me había llegado desde la Universidad de Murcia: Corrupción en la Universidad. El ocaso de la educación. El triunfo de la endogamia (Ciudadela, 2011), de José Penalva.

La universidad española -con las lógicas excepciones- funciona de un modo que no le permite avanzar en la excelencia, y que hace que no tenga el peso que debería en la escena internacional. La peripecia personal del profesor Penalva, inmediatamente sancionado y expedientado, explica en buena parte dicha anomalía.

Esta entrevista es de ayer. Como universitario, no me sorprende nada de lo que se cuenta, pero puede ser esclarecedora para los que no conozcan esos ambientes. En España, ser un buen profesor suele pagarse en forma de acoso, expedientes y sanciones, verdaderas medallas a la excelencia educativa en la situación actual, frente a los controles de un poder cada vez más ciego y estandarizador.

Palabras XL

Poco a poco se están empezando a usar las apps en proyectos cientificos. Hay quien habla en este sentido de «minilaboratorios portátiles». El potencial de las aplicaciones radica en que permiten llegar a millones de personas. Aunque el éxito de un experimento con apps depende de la participación de los usuarios.

Uno de los proyectos europeos que más repercusión está teniendo por ahora es Palabras XL (Science XL en inglés), que pretende conocer mejor la capacidad de leer del ser humano:

Un aspecto fundamental de esta capacidad es el modo en el que somos capaces de decodificar de manera rápida y sin apenas esfuerzo las cadenas de letras, identificando a qué palabra se refieren para poder así acceder a su significado.

La aplicación de Palabras XL (en español, vasco y catalán, entre otras lenguas) se basa en tareas de decisión léxica, es decir, hay que decidir si cada palabra que se nos presenta es real o inventada. La aplicación mide el tiempo de reacción y si la respuesta es correcta.

El mecanismo es simple, pero depende de la participación masiva. Hay que tener en cuenta que, en el caso del español, la prueba se está haciendo con la variedad de los hablantes de España:

Cheque escolar, competencia y excelencia educativa

Los países escandinavos no son perfectos. Nadie lo es. Pero han llegado a la conclusión de que la educación debe ser un derecho asimétrico, adaptado a cada persona.

Por eso, en Suecia existe el cheque escolar, la libre elección de centro y la competencia en el mercado educativo.

Dos consecuencias de esta liberalización del conocimiento, que contrastan con la situación española, son:

  • que las familias prefieren enviar a sus hijos a una escuela pública, ya que saben que, gracias a la libre competencia, será de mejor calidad que la privada (al contrario que en España, donde el que puede mete a sus hijos en un colegio privado, porque sabe que sin eso no tiene mucho futuro)
  • que los países escandinavos son los mejores del mundo en dominio del inglés, ya que nadie va a estudiar (si puede elegir libremente) en la lengua local de su región, pudiendo hacerlo en una lengua global de comunicación. El nivel de inglés en España es hoy inferior al de hace 15 años, según datos del British Council en Madrid.

Estos días las calles de Estocolmo están llenas de los anuncios con los que los centros educativos pretenden que los padres se gasten el dinero de sus impuestos con ellos y no con otras escuelas. Los mensajes más frecuentes son: somos exigentes, somos globales, somos digitales…

Mientras tanto, en otros sitios se habla de religión (en Suecia hay libertad religiosa, de modo que la expresión de las propias creencias es un derecho básico que no se discute), de «escuela 2.0» (pasen por eBay y verán dónde han acabado muchos de los ordenadores regalados con dinero público) y de hundimiento en los informes internacionales.

No será por falta de modelos de lo que se conoce pompósamente como «buenas prácticas».

Encuentre las 7 diferencias (2): Cursos de verano para extranjeros

Nueva entrega de la sección «encuentre las 7 diferencias». Hoy: Cursos de verano para extranjeros, -as.

A ver: quitemos el ganchillo y pongamos una clase de nueva cocina española, cambiemos la jota por las sevillanas o el reggaetón… Ah, y que ahora lo llaman «turismo lingüístico».

1964

Universidad de Sankore (siglo XV)

Poco a poco va siendo evidente el camino equivocado de la Escuela 2.0, con efectos que ya están afectando a la universidad, sobre la que hemos recogido en este blog algunos comentarios muy lúcidos.

El otro día estuve leyendo sobre un modelo universitario que funcionó en el siglo XV al sur del desierto del Sahara, la Universidad de Sankore (Tombuctú, actual territorio de Malí), quizá el único caso de universidad internacional de libre mercado, en la que los propios estudiantes y sus familias eran los que decidían cuánto había que pagarle al profesor.

En el siglo XV la Universidad de Sankore contaba con unos 25.000 estudiantes que llegaban de todo el mundo árabe, incluyendo la España musulmana. Lo que buscaban estas personas, tras un largo viaje en camello y mulo, era una universidad en la que no había órganos administrativos (ni rectores, ni facultades, ni departamentos, ni consejos universitarios ni currículos) sino únicamente profesores que recibían a cambio de su trabajo lo que los beneficiarios quisieran darles -motivo por el que los mejores estudiantes y profesores se encontraban allí. La valoración era puramente de mercado: a más reputación académica del profesor, más beneficio económico. Y la reputación del profesor la daban los estudiantes. La Universidad de Sankore era un foco de atracción por su excelencia académica.

Entiendo que el caso de esta universidad nos queda muy lejano en el tiempo, pero me parece que (quizá) algo se podría aprender de esta forma de hacer las cosas. O no. Es sólo un apunte de verano.

Learning. Free as in «free beer»

Hace un par de días, Juanma Higuera y yo publicamos la traducción de una entrevista con Richard Gatarski sobre el sistema educativo sueco y las nuevas tecnologías. En ella hay una afirmación que me parece incongruente: “Vender educación o unos vaqueros en realidad es la misma cosa“.

No lo creo. No es posible comparar cosas incomparables. La famosa distinción de Stallman entre «libre» y «gratis» («free» en ambos casos, en inglés) cada vez dice menos. Free -de Chris Anderson– ha venido a incidir en esta dirección.

Estoy de acuerdo con Rasmus Fleischer cuando dice -en Det posdigitala manifestet– que la industria musical ha abierto el camino y por ahí va a entrar todo lo demás. Un cedé es un objeto físico (como unos vaqueros) y su valor depende de su escasez. Sin embargo, toda la historia de la música en mp3 es un recurso abundante, no finito (como el conocimiento y, por tanto, el aprendizaje y la educación).

El conocimiento puede generarse, distribuirse y consumirse en la web sin coste alguno. Como dijo Brad Burnham:

«Si me como una manzana, no me la puedo volver a comer; pero si enseño algo, quien me escucha puede transmitir ese conocimiento a otras personas».

¿Qué significa esto? Que la enseñanza tiende al coste cero. Si Google lanzara mañana Google University muchas universidades tendrían que cerrar o mantenerse a costa de onerosas subvenciones.

Hace unos meses Josh Catone publicó una entrada en la que daba algunas pistas sobre cómo va evolucionando el tema, centrándose en iniciativas como The University of the People (universidad online fundada por Naciones Unidas, con 2 programas, en «Information Technology» y en «Business Administration», a 100 dólares cada uno) o Flat World Knowledge (libros de texto gratuitos escritos por expertos con licencia Creative Commons, y que ya están usando decenas de Universidades; algunas tan importantes como la University of Wisconsin at Madison).

También Seth Godin publicó una entrada fundamental: «Education at the crossroads | «La educación en la encrucijada»

Desde entonces le he perdido bastante la pista al tema. ¿Alguien tiene más datos? A mí me vienen a la mente P2p University, OpenLearn. The Open University y Academia.edu.

Desde luego, «free» como en «free speech», pero también como en «free beer». En cierto modo, de eso conversaban hace poco Pardo Kuklinski y Scolari.

Conocimiento abierto y revistas científicas

Acaba de lanzarse el primer número de una nueva revista: Journal of Virtual and Personal Learning Environments, que trata –vaya comienzo de año que llevamos con el PLE- sobre Entornos Personales de Aprendzaje.

Buena noticia, ¿no? Lo curioso es que se trata de una publicación cerrada, algo que a Stephen Downes le parece incoherente:

«¿Por qué hay quien dedica su tiempo a crear revistas de acceso cerrado? … Me entristece comprobar cómo el concepto de PLE, al que he estado íntimamente asociado desde su nacimiento, se lo apropia con fines comerciales y uso propietario una empresa editorial, que de este modo no contribuye en nada a su desarrollo».

Vamos a ver, a mí también me hubiera gustado que la nueva revista hubiera decidido difundir su contenido «en abierto», creo que sería mejor para nosotros y para ellos. Pero si han optado por una gestión comercial y propietaria, es cosa suya. Como impulsores del proyecto tienen todo el derecho a decidir libremente, incluso a equivocarse: llegarán a menos gente, tendrán menos relevancia, perderán autoridad por la propia contradicción entre tema y modelo de negocio, etc. Ellos sabrán lo que hacen.

Sobre este tema (ah, qué diferente sería el mundo académico sin la DOAJ sueca), trata también Hugo Pardo Kuklinski en el capítulo 2 –«Un estudio de caso de nuevas formas de intermediación: los open access journals«– de su excelente último libro: Geekonomía, que ha salido esta semana:

Geekonomía (2010) de Hugo Pardo Kiklinski

Hoy se ha lanzado la release version del nuevo libro de Hugo Pardo Kuklinski: Geekonomía. Un radar para producir en el postdigitalismo. Col·lecció Transmedia XXI. Laboratori de Mitjans Interactius / Publicacions i Edicions de la Universitat de Barcelona.

La obra tiene dos sistemas de distribución en paralelo: 1) el tradicional, con precio de portada y venta en librerías y en Internet; 2) un e-book con un diseño diferenciado, actualización y contenidos extras para aprovechar todas las virtudes de la Web 2.0, editado bajo licencia copyleft y de acceso gratuito en la Red -con una opción para hacer donaciones vía PayPal.

El libro consta de 5 capítulos. A mí me ha interesado especialmente el capítulo 4, en el que se reflexiona sobre el concepto de «marcas blancas» universitarias, del que ya hablamos en este blog hace unos meses, así como de enseñanza informal, nativos digitales y otros temas cercanos. Muy recomendable seguir las conversaciones del autor con Carlos Scolari en el canal Geekonomia de YouTube:

https://youtube.com/watch?v=uVBpdcV4DAE%26hl%3Des_ES%26fs%3D1%26

En todo caso, ¿cómo pensar desde este punto de vista la situación de la enseñanza de ELE en nuestros días? ¿Universidades, escuelas, Instituto Cervantes, Fundaciones, editoriales, digitalismo? ¿Cómo están recibiendo la influencia de las TIC en la gestión del conocimiento y en todas sus prácticas, cómo se ubican con respecto al postdigitalismo y el liderazgo social? ¿Hasta qué punto podemos hablar en el campo ELE de «marcas blancas distribuidoras de títulos oficiales»? ¿Cómo afecta el «monopolio de la acreditación» a este campo? ¿Cómo entender de una vez que en la era postdigital el estudiante no es un cliente, sino un miembro activo de una comunidad de aprendizaje?

Un análisis del mundo ELE desde los presupuestso del capítulo 4 de Geekonomia sería muy útil y revelador.

Marcas blancas y educación

No he leído todavía el nuevo libro de Alejandro Piscitelli: Nativos digitales. Dieta cognitiva, inteligencia colectiva y arquitecturas de la participación (Santillana, 2009), pero creo que tengo suficiente información como para hacerme una idea de su contenido. Me gustaría al respecto llamar la atención sobre la excelente reseña de Hugo Pardo Kuklinski en digitalismo.com.

Piscitelli es siempre una fuente de estímulo constante, gracias no solo a su fértil capacidad de generar ideas sino también a esa lectura proactiva de que habla Kuklinski, y a la que felizmente nos aboca. Sin embargo, creo que cada vez está más equivocado; ya de principio me supuso una sorpresa que insista en el término «nativos digitales» cuando el propio Marc Prensky ha entonado con muy buen criterio la palinodia, y cuando ya sabemos que es una noción insostenible.

La reseña está hecha con afecto hacia al maestro, pero desmonta los errores de base del libro; es lo que llama «matices», y que en realidad son auténticas refutaciones:

    1. La publicidad no puede ser referencia para el mundo educativo, ya que se trata de una institución que está más en crisis todavía. Kuklinski pone el dedo en la llaga acuñando la afortunada expresión «marcas blancas de la educación», que desde ya me apunto como uno de los conceptos que marcarán los próximos años. Dice HPK:

    Seguramente Piscitelli escribe pensando en Argentina y Latinoamérica y no le falta razón. Pero mi experiencia europea en España y la americana en Stanford University me dice que existen instituciones educativas y/o profesores que logran un sentido de pertenencia de sus usuarios tan relevante que se convierten en marcas reconocidas. Y ese sentido de pertenencia es de por vida transmitido en el valor de “pertenecer” a dicha institución (algunas universidades latinoamericanas de élite podrían entrar en esa categoría como el TEC de Monterrey, por ejemplo).

    El problema lo tienen las “marcas blancas” de la educación, las instituciones que no han sabido o podido construir prestigio a su alrededor y que se convirtieron irremediablemente en un costoso parking de jóvenes antes de ingresar al mercado laboral y en un aún más costoso espacio de profesores sin voluntad de crecer profesionalmente, sin redes internacionales y muy cómodos en su rol funcionarial, sin exigencias meritocráticas ni competencia real, cómodos en la cultura endogámica que les ofrece el sistema (pienso en España donde la tasa de endogamia es altísima).

    2. La periferia educativa es un mito. Citando a la Stanford Social Innovation Review: «The biggest obstacle to reducing poverty is not low-income communities’ lack of capacity, but society’s stereotype they are unable to help themselves.». Exacto. La brecha digital -en una sociedad de conocimiento en red- no depende del hardware sino del mindware, y por tanto de factores sociales. Esto es tan aplicable a la Argentina como a España, cuyo futuro en este terreno está por ver.

    3. La novedad del cambio tecnológico es falsa. Siempre la ha habido. La hubo al cambiar el rollo de papiro por el libro de pergamino, y la hay ahora.

Frente a esto, las reflexiones de Piscitelli sobre cultura pop, basadas en Steven Johnson, uno de los autores que más seguimos en Nodos Ele, y sobre redes sociales, centran mejor los asuntos, a mi parecer.

Lo mejor en todo caso es que lean el libro de Piscitelli -dejándose llevar por su entuasiamo proactivo– y la reseña de Hugo Pardo Kuklinski, y saquen conclusiones por sí mismos. Personalmente estoy de acuerdo con la tesis de base de este último: un adanismo basado en cambios tecnológicos supuestamente revolucionarios llevados a cabo por una generación de nuevos entes cognitivamente superiores, es un error de bulto.

Lo que en realidad se está configurando es una nueva forma de interacción entre los elementos del complejo educativo, en la que la marca de cualquiera de ellos vendrá referenciada en términos de reputación, conectividad y conocimiento; una Universidad, por ejemplo, más cercana a las medievales que a las del siglo XX.

Lo demás no parece sino una nueva versión del antiguo lema de la sociedad industrial: «el cliente siempre tiene la razón».

It's Student, Stupid!

Ahora que Marc Prensky ha decidido dar por amortizada su conocida dicotomía entre nativos e inmigrantes digitales para poner el foco sobre lo que denomina “digital wisdom”, debemos ser más conscientes todavía de que el protagonismo del cambio en el mundo educativo no puede darse más que desde y para los propios estudiantes.

Hace unos días Lola Torres recuperó en su blog -en el marco de una entrada que tiene los enlaces justos, aunque no estén desarrollados- el vídeo que Michael Wesch montó en 2007 a partir de las ideas de 200 estudiantes de Antropología Cultural de la Kansas State University. Aquí son los propios estudiantes los que toman la palabra y cuentan cómo y qué necesitan aprender, qué objetivos, esperanzas o sueños albergan para el futuro, cómo prevén ese futuro que les pertenece:

Supongo que Lola ve este hecho en una línea «edupunk» (su entrada lleva por título «hackeando la educación»). Los que vemos el mundo educativo desde un punto de vista «edupop» miramos con interés iniciativas como la de GradeGuru, un servicio en el que los estudiantes que necesitan mejorar sus notas pueden contar con la ayuda de otros compañeros, a cambio de una recompensa económica:

«GradeGuru.com is a note sharing platform for college students to share notes, give each other feedback and engage in collaborative learning. GG is an information sharing site created by students for students. We’re also providing students with cash and rewards for their notes because we believe students should earn for sharing their knowledge. Our vision is to create a community of students who can rely on each other for academic support – whether through the feedback they receive on the notes that they contribute, or the ability to download their peers’ notes for free.

Since GradeGuru is a meritocracy, how much you get rewarded will be determined by how good your peers think your notes are.»

A los profesores nos pagan por enseñar, ¿por qué los estudiantes que enseñan a sus pares no pueden recibir a cambio lo que quieran? Es lo que subyace en el sharismo de Isaac Mao, y en el Manifiesto Edupop que David Vidal y yo publicamos en este blog:

«Technology and knowledge must be free to share, sell or use in order to give away ideas, innovations and visions. So we will receive whatever is shared, sold or gave away in return. We live in a connective world where culture and knowledge is everywhere, and individuals must be free to do as they want in it».

Y de Alemania viene Sofatutor, que ha entrado en beta esta semana, otra iniciativa nacida entre universitarios. La idea no está totalmente definida todavía pero se trata de una plataforma educativa basada en la posibilidad de que cualquiera pueda producir vídeos al estilo commoncraft y gane dinero con ello:


sofatutor introduction from SofaTutor on Vimeo.


En el fondo, todo va en la misma dirección: horizontalidad, sharismo y foco en el aprendiente que es el protagonista tanto del proceso de aprendizaje como del proceso de enseñanza.