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Learning. Free as in «free beer»

Hace un par de días, Juanma Higuera y yo publicamos la traducción de una entrevista con Richard Gatarski sobre el sistema educativo sueco y las nuevas tecnologías. En ella hay una afirmación que me parece incongruente: “Vender educación o unos vaqueros en realidad es la misma cosa“.

No lo creo. No es posible comparar cosas incomparables. La famosa distinción de Stallman entre «libre» y «gratis» («free» en ambos casos, en inglés) cada vez dice menos. Free -de Chris Anderson– ha venido a incidir en esta dirección.

Estoy de acuerdo con Rasmus Fleischer cuando dice -en Det posdigitala manifestet– que la industria musical ha abierto el camino y por ahí va a entrar todo lo demás. Un cedé es un objeto físico (como unos vaqueros) y su valor depende de su escasez. Sin embargo, toda la historia de la música en mp3 es un recurso abundante, no finito (como el conocimiento y, por tanto, el aprendizaje y la educación).

El conocimiento puede generarse, distribuirse y consumirse en la web sin coste alguno. Como dijo Brad Burnham:

«Si me como una manzana, no me la puedo volver a comer; pero si enseño algo, quien me escucha puede transmitir ese conocimiento a otras personas».

¿Qué significa esto? Que la enseñanza tiende al coste cero. Si Google lanzara mañana Google University muchas universidades tendrían que cerrar o mantenerse a costa de onerosas subvenciones.

Hace unos meses Josh Catone publicó una entrada en la que daba algunas pistas sobre cómo va evolucionando el tema, centrándose en iniciativas como The University of the People (universidad online fundada por Naciones Unidas, con 2 programas, en «Information Technology» y en «Business Administration», a 100 dólares cada uno) o Flat World Knowledge (libros de texto gratuitos escritos por expertos con licencia Creative Commons, y que ya están usando decenas de Universidades; algunas tan importantes como la University of Wisconsin at Madison).

También Seth Godin publicó una entrada fundamental: «Education at the crossroads | «La educación en la encrucijada»

Desde entonces le he perdido bastante la pista al tema. ¿Alguien tiene más datos? A mí me vienen a la mente P2p University, OpenLearn. The Open University y Academia.edu.

Desde luego, «free» como en «free speech», pero también como en «free beer». En cierto modo, de eso conversaban hace poco Pardo Kuklinski y Scolari.

Publicamos «Conociendo el conocimiento» de George Siemens

Nodos Ele publica la traducción española de uno de los libros fundamentales que se han escrito en los últimos años sobre gestión del conocimiento y educación en la sociedad posdigital en que vivimos:

Knowing Knowledge de George Siemens

La obra ha sido un trabajo en equipo y puede descargarse desde esta página en formato PDF.

Sigue este plan:

  • 31 enero 2010: Publicación de la introducción de Fernando Santamaría, el prefacio de George Siemens, la Sección 1 (pp. 1-66), así como de las notas y figuras (adaptadas por Néstor Alonso)
  • 15/19 febrero 2010: En algún momento de esta semana (se anunciará), publicamos la Sección 2 (pp. 67-145), así como la obra completa en pdf.
  • Tenemos previsto hacer una edición en papel bajo demanda, para la que es posible apuntarse. ISBN: 978-90-815937-1-7

Toda la información en la página de lanzamiento del libro

Aprendizaje invisible (play & learn)

4155771527_a98e910613En Nodos Ele queremos hacernos eco del lanzamiento de Aprendizaje Invisible, una «iniciativa experimental» impulsada por Cristobal Cobo y John Moravec.

Cobo nos invita a participar con este mensaje en el proyecto:

Resumiendo: ¿Por qué aprendizaje invisible?

Recuerdo el primer post que le leí a Cristóbal Cobo sobre el tema (2007, su antiguo blog), en el que se centraba en buena medida en Iberoamérica y la movilidad (m-learning), y en el que había una frase que me llamó la atención, y que sigue igual de vigente:

Desde esta premisa, e-learning se ha desvirtuado a través de la combinación de nuevas tecnologías con viejos modelos educativos, centrados en la transferencia de datos e información.

La idea original parece que se ha ido decantando hacia la exploración de «contextos informales de aprendizaje», algo que yo diría que es un acierto absoluto, y muy especialmente en nuestro campo de trabajo, ya que el mundo de la enseñanza de Español como Lengua Extranjera (ELE) me parece que está en un momento de estancamiento evidente (cuando no de regresión), con unas instituciones que no tienen voluntad de estar a la altura de los tiempos, unas editoriales que viven de las rentas y unos profesores cada vez más apáticos e instalados en lo de siempre.

En este panorama, lo logico es que el aprendizaje se vaya desplazando fuera de las estructuras formales, cada vez más huecas. Sin duda, tendremos ocasión de seguir hablando de Aprendizaje invisible en el futuro, una iniciativa que, en mi opinión, marca tendencia, a pesar de sus limitaciones y contradicciones. Por señalar lo más obvio: ¿a qué viene una nueva etiqueta cuando ya tenemos más que suficientes para nombrar lo mismo?

Marcas blancas y educación

No he leído todavía el nuevo libro de Alejandro Piscitelli: Nativos digitales. Dieta cognitiva, inteligencia colectiva y arquitecturas de la participación (Santillana, 2009), pero creo que tengo suficiente información como para hacerme una idea de su contenido. Me gustaría al respecto llamar la atención sobre la excelente reseña de Hugo Pardo Kuklinski en digitalismo.com.

Piscitelli es siempre una fuente de estímulo constante, gracias no solo a su fértil capacidad de generar ideas sino también a esa lectura proactiva de que habla Kuklinski, y a la que felizmente nos aboca. Sin embargo, creo que cada vez está más equivocado; ya de principio me supuso una sorpresa que insista en el término «nativos digitales» cuando el propio Marc Prensky ha entonado con muy buen criterio la palinodia, y cuando ya sabemos que es una noción insostenible.

La reseña está hecha con afecto hacia al maestro, pero desmonta los errores de base del libro; es lo que llama «matices», y que en realidad son auténticas refutaciones:

    1. La publicidad no puede ser referencia para el mundo educativo, ya que se trata de una institución que está más en crisis todavía. Kuklinski pone el dedo en la llaga acuñando la afortunada expresión «marcas blancas de la educación», que desde ya me apunto como uno de los conceptos que marcarán los próximos años. Dice HPK:

    Seguramente Piscitelli escribe pensando en Argentina y Latinoamérica y no le falta razón. Pero mi experiencia europea en España y la americana en Stanford University me dice que existen instituciones educativas y/o profesores que logran un sentido de pertenencia de sus usuarios tan relevante que se convierten en marcas reconocidas. Y ese sentido de pertenencia es de por vida transmitido en el valor de “pertenecer” a dicha institución (algunas universidades latinoamericanas de élite podrían entrar en esa categoría como el TEC de Monterrey, por ejemplo).

    El problema lo tienen las “marcas blancas” de la educación, las instituciones que no han sabido o podido construir prestigio a su alrededor y que se convirtieron irremediablemente en un costoso parking de jóvenes antes de ingresar al mercado laboral y en un aún más costoso espacio de profesores sin voluntad de crecer profesionalmente, sin redes internacionales y muy cómodos en su rol funcionarial, sin exigencias meritocráticas ni competencia real, cómodos en la cultura endogámica que les ofrece el sistema (pienso en España donde la tasa de endogamia es altísima).

    2. La periferia educativa es un mito. Citando a la Stanford Social Innovation Review: «The biggest obstacle to reducing poverty is not low-income communities’ lack of capacity, but society’s stereotype they are unable to help themselves.». Exacto. La brecha digital -en una sociedad de conocimiento en red- no depende del hardware sino del mindware, y por tanto de factores sociales. Esto es tan aplicable a la Argentina como a España, cuyo futuro en este terreno está por ver.

    3. La novedad del cambio tecnológico es falsa. Siempre la ha habido. La hubo al cambiar el rollo de papiro por el libro de pergamino, y la hay ahora.

Frente a esto, las reflexiones de Piscitelli sobre cultura pop, basadas en Steven Johnson, uno de los autores que más seguimos en Nodos Ele, y sobre redes sociales, centran mejor los asuntos, a mi parecer.

Lo mejor en todo caso es que lean el libro de Piscitelli -dejándose llevar por su entuasiamo proactivo– y la reseña de Hugo Pardo Kuklinski, y saquen conclusiones por sí mismos. Personalmente estoy de acuerdo con la tesis de base de este último: un adanismo basado en cambios tecnológicos supuestamente revolucionarios llevados a cabo por una generación de nuevos entes cognitivamente superiores, es un error de bulto.

Lo que en realidad se está configurando es una nueva forma de interacción entre los elementos del complejo educativo, en la que la marca de cualquiera de ellos vendrá referenciada en términos de reputación, conectividad y conocimiento; una Universidad, por ejemplo, más cercana a las medievales que a las del siglo XX.

Lo demás no parece sino una nueva versión del antiguo lema de la sociedad industrial: «el cliente siempre tiene la razón».

Ctrl Moodle

Martin_DougiamasA través de un twitteo de @pedrojimenez retwitteado por @potachov, llego a una entrevista de Mercè Molist a Martin Dougiamas, creador de Moodle, un Learning Management System (LMS) que ha tenido mucho éxito, sobre todo en países con una tradición educativa bastante cerrada y basada en el control del estudiante.

La entrevista es de hace unos meses, y contiene una respuesta de Dougiamas que llama especialmente la atención

M. M.: ¿A los estudiantes les gusta Moodle?

M. D.: En el fondo, Moodle es un sistema de control. Convierte a la institución en un entorno protegido dentro de Internet y da mucho poder a los profesores, que pueden tener toda la información sobre sus alumnos. Los estudiantes a quienes gusta ser dirigidos aman Moodle. El resto, no.

No seré yo quien le lleve la contraria al padre de la criatura. De hecho, le honra la sinceridad. Y efectivamente, no me gusta Moodle, no soy alguien al que le guste ser dirigido.

Defensa del aula como espacio de aprendizaje

David Pollard ha escrito una estupenda entrada que titula «An Unschooling Manifesto» en la que cuenta su historia personal al hilo de la lectura de uno de los últimos libros del movimiento «unschooler»: 101 Reasons Why I’m An Unschooler, de la animosa PS Pirro. Dice Pirro:

The world of the classroom is so unlike anything the real world has to offer – with the exception of other classrooms – that kids can excel at school only to find themselves utterly lost in the real world. Some people think this is the result of failed schooling, but a few of us suspect otherwise.

We suspect that this sense of displacement and confusion is actually the result of schooling that succeeds in its most basic unwritten objective: to keep you dependent, timid, worried, nervous, compliant, and afraid of the World. To keep you waiting. To keep you manageable. To keep you helpless. To keep you small.

Independientemente de compartir algunas ideas con esta buena señora (¿cuántas veces habremos dicho con Gatarski «Forget School» en este blog? Muchas) creo que los «unschoolers» se equivocan cuando hacen una separación tajante entre aula y mundo real. El aula es parte del mundo real, y en el mundo real hay aulas y escuelas, de modo que la separación no se sostiene. Otra cosa es impugnar la relación entre escuela y cultura, entre escuela y aprendizaje. En la escuela se aprende porque cualquier espacio es un espacio de aprendizaje, incluso la escuela, no porque en sí misma favorezca el aprendizaje, que no lo hace en multitud de aspectos.

En este sentido, el post de Pollard me parece más acertado cuando cita a Pirro en estos términos: «learning without formal curriculum, timelines, grades or coercion; learning in freedom» is the natural way to learn»; que yo reformularía así:

«el aprendizaje sin currículos formales ni evaluación, es decir, sin coerción, el aprendizaje en libertad, es la forma humana de aprender».

Del post de Pollard se deduce otra idea clave: la de que no hay profesores ni estudiantes, la de que todos somos profesores y estudiantes. Y de esto hemos hablado antes aquí.

Actividad Ikea: siga el manual de instrucciones

ikeaHace unos días hablábamos en Twitter sobre qué era una actividad Ikea. Este término se nos ocurrió a David Vidal y a mí cuando preparábamos el taller La Navaja de Ockham sobre evaluación de tareas 2.0 en el pasado Encuentro Práctico de Profesores de ELE.

El término actividad Ikea hace referencia a todas aquellas actividades pre-fabricadas, que encontramos en la mayoría de los libros que utilizamos en clase. Actividades que son hechas por y para el profesor y que normalmente no tienen en cuenta ni al aprendiente ni el momento presente: unos aprendientes y unas circunstancias concretos y unas características que diferencian lo que significa el aprendizaje en ese momento de otro; porque aprender y por tanto, educar, no significan siempre lo mismo.

En los últimos meses la Web 2.0, los blogs, wikis, podcasts, etc. y todo el debate y la formación de cómo utilizarlos en el mundo educativo han saltado de la red a los manuales. Ya podemos encontrar una parte de los libros de ELE dedicada a cómo utilizar un blog con Blogger o a grabar un podcast, por ejemplo.

Sin embargo, las herramientas que utilizamos en la Web para la educación cambian constantemente y a un ritmo cada vez más rápido. Dentro de poco nadie utilizará blogs ni podcast en sus clases porque aparecerán otras herramientas que se adapten mejor a cómo aprendemos en ese momento concreto. Se ha hecho ya rutina decir que el email, los blogs, incluso la Web 2.0 han muerto.

David Vidal y yo (y otros compañeros, seguro) nos preguntamos qué sentido tiene incluir «tareas 2.0» en libros de texto como si fueran otras actividades más, que se diferencian de las «no 2.0» simplemente porque utilizan internet, y que hay que utilizar porque ya se sabe que nuestros estudiantes las utilizan, porque son unos nativos digitales. A eso llamamos actividad Ikea.

En una actividad Ikea hay un manual con unas largas instrucciones que debemos aprender y seguir obedientemente para llegar a nuestro objetivo: construir una estantería o completar una actividad. Sin embargo, nosotros nos encontramos con un problema, como dijo David: «A mí no me encajan siempre las piezas». Y éste es el resultado:

Necesitamos, por tanto, tareas abiertas, que se diferencien en el enfoque educativo, un enfoque que se adapte a la manera actual de aprender.

Proponemos una vez más eliminar la etiqueta 2.0 y fomentar una educación y una formación de profesores centrada no tanto en las herramientas sino en la manera de aprender, que sí se ve expuesta a modificaciones constantes por los cambios que tienen lugar en la sociedad, sobre todo por la manera de relacionarnos y conectar con la información, el conocimiento y el mundo que nos rodea.

It's Student, Stupid!

Ahora que Marc Prensky ha decidido dar por amortizada su conocida dicotomía entre nativos e inmigrantes digitales para poner el foco sobre lo que denomina “digital wisdom”, debemos ser más conscientes todavía de que el protagonismo del cambio en el mundo educativo no puede darse más que desde y para los propios estudiantes.

Hace unos días Lola Torres recuperó en su blog -en el marco de una entrada que tiene los enlaces justos, aunque no estén desarrollados- el vídeo que Michael Wesch montó en 2007 a partir de las ideas de 200 estudiantes de Antropología Cultural de la Kansas State University. Aquí son los propios estudiantes los que toman la palabra y cuentan cómo y qué necesitan aprender, qué objetivos, esperanzas o sueños albergan para el futuro, cómo prevén ese futuro que les pertenece:

Supongo que Lola ve este hecho en una línea «edupunk» (su entrada lleva por título «hackeando la educación»). Los que vemos el mundo educativo desde un punto de vista «edupop» miramos con interés iniciativas como la de GradeGuru, un servicio en el que los estudiantes que necesitan mejorar sus notas pueden contar con la ayuda de otros compañeros, a cambio de una recompensa económica:

«GradeGuru.com is a note sharing platform for college students to share notes, give each other feedback and engage in collaborative learning. GG is an information sharing site created by students for students. We’re also providing students with cash and rewards for their notes because we believe students should earn for sharing their knowledge. Our vision is to create a community of students who can rely on each other for academic support – whether through the feedback they receive on the notes that they contribute, or the ability to download their peers’ notes for free.

Since GradeGuru is a meritocracy, how much you get rewarded will be determined by how good your peers think your notes are.»

A los profesores nos pagan por enseñar, ¿por qué los estudiantes que enseñan a sus pares no pueden recibir a cambio lo que quieran? Es lo que subyace en el sharismo de Isaac Mao, y en el Manifiesto Edupop que David Vidal y yo publicamos en este blog:

«Technology and knowledge must be free to share, sell or use in order to give away ideas, innovations and visions. So we will receive whatever is shared, sold or gave away in return. We live in a connective world where culture and knowledge is everywhere, and individuals must be free to do as they want in it».

Y de Alemania viene Sofatutor, que ha entrado en beta esta semana, otra iniciativa nacida entre universitarios. La idea no está totalmente definida todavía pero se trata de una plataforma educativa basada en la posibilidad de que cualquiera pueda producir vídeos al estilo commoncraft y gane dinero con ello:


sofatutor introduction from SofaTutor on Vimeo.


En el fondo, todo va en la misma dirección: horizontalidad, sharismo y foco en el aprendiente que es el protagonista tanto del proceso de aprendizaje como del proceso de enseñanza.

Alabanza de Denis Rancourt

3268492487_0243397d83_mEl profesor de física de la Universidad de Ottawa (Canadá) Denis Rancourt decidió no evaluar a sus alumnos -mejor dicho, decidió darles la máxima nota desde el principio:

[Its is not my job] to rank their [students] skills for future employers, or train them to be “information transfer machines,” regurgitating facts on demand. Released from the pressure to ace the test, they would become “scientists, not automatons”.

Lo han despedido con una violencia inusitada: «In December, the senior physicist was suspended from teaching, locked out of his laboratory and told that the university administration was recommending his dismissal and banning him from campus». Pero no solo eso, lo tratan como a un delincuente:

Firing a tenured professor is rare in itself, but two weeks ago the university took an even more extreme step: When Prof. Rancourt went on campus to host a regular meeting of his documentary film society, he was led away in handcuffs by police and charged with trespassing.

Pueden leer la noticia completa aquí. D’Arcy Norman se hace eco del hecho en su blog y lo comenta acertadamente -aunque echo a faltar un comentario sobre la forma en que está siendo tratado:

As we continue moving toward a more individual and portfolio-driven assessment of a person’s abilities, philosophies, and educational contexts, grades become less meaningful anyway. What may have been lacking in Rancourt’s class was some concrete means for students to document and describe their learning, once their A+ grade had been essentially rendered meaningless as an assessment metric.

La actuación de Rancourt me parece ejemplar, y el hecho de que haya suscitado tal «rancour» en su contra por parte de la universidad me parece que indica que ha puesto el dedo en la llaga de un sistema que se mantiene mediante la coacción evaluativa. Como bien dice: “Grades poison the educational environment. We’re training students to be obedient, and to try to read our minds, rather than being a catalyst for learning”:

[vía elearnspace]

Digital Wisdom

img_0677_2En el último número de Innovate. Journal of Online Education, Marc Prensky da por amortizada su conocida dicotomía entre nativos e inmigrantes digitales de 2001.

En «H. Sapiens Digital: From Digital Inmigrants and Digital Natives to Digital Wisdom» propone una nueva etiqueta sobre la que deberíamos enfocarnos: «digital wisdom». La verdad es que no me atrevo a traducir «wisdom» al español en este contexto:

[…] we can define wisdom as the ability to find practical, creative, contextually appropriate, and emotionally satisfying solutions to complicated human problems (as Solomon famously did with the baby problem).

Prensky apuesta fuerte a la hora de relacionar complejidad tecnológica y desarrollo del cerebro humano en la línea de un «homo sapiens digital» o, con otras palabras, una «digitally enhanced person». Como es lógico, toma partido por Steven Johnson frente a Nicholas Carr, hasta el punto de considerar que la nueva brecha digital está entre personas que han implementado sus facultades hacia la «digital wisdom» y las que no (independientemente de que sepan manejar la tecnología, por eso distingue entre «digital wisdom» y «digital cleverness»):

People who are digitally clever may be very good at manipulating digital technology, but they do so in a way that does not exhibit wisdom and does not help them become wiser […] Digital wisdom comes only when digital tools are used to enhance thinking in a positive way.

Digital wisdom means not just manipulating technology easily or even creatively; it means making wiser decisions because one is enhanced by technology.

Un texto a tener en cuenta, después de su carta abierta a Obama proponiendo cambios en el sistema educativo norteamericano.