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Se agrega y grita: Para el sufrimiento inutil y deja subjuntivo!!

A través del blog de Teresa de Santos, llego a una página en Facebook que se llama Anti subjuntivo, al parecer creada por estudiantes de español en Eslovaquia (hay unos 180 ahora).

Como bien explica Miriama Petrikova (Gymnázium Federica Garcíu Lorcu, Bratislava) en su preciosa interlengua:

Te apetece mucho espanol? Y tambien crees que subjuntivo lo hace menos atractivo? Eso es el grupo mas ideal para ti.

Se agrega y grita: Para el sufrimiento inutil y deja subjuntivo!!

No me parece ninguna tontería. Soy firme partidario de que, independientemente de nuestra variedad nativa, vaya tomando forma de manera espontánea una especie de español internacional, similar al inglés, que actúe de interfaz comunicativa para los millones de hablantes no-nativos de esta variedad latina. Como dice Robert Lane Greene: «Languages become simpler and more flexible in order to spread and succeed».

El español lo tiene todo para convertirse en una interlengua global (no internacional, como ahora, y con escasas perspectivas de mejora, diga lo que diga la propaganda), pero para eso debe abundar en un proceso de simplificación flexible, semejante al del inglés (que se ha convertido de este modo en lengua de comunicación global). Si fuera de la lengua nativa no hay otra cosa que interlengua, dicha variedad debe ser lo más eficiente posible.

Este proceso (que además está en la naturaleza histórica de la lengua española, como sabe cualquiera que haya leído la Historia de la lengua española de Rafael Lapesa) pasa, entre otros caminos, por la simplificación de un sistema verbal inasumible cognitivamente para un no-nativo (todo profesor de ELE debe tener la honestidad de dejarle las cosas claras al estudiante desde el principio). La operatividad del subjuntivo no implica su necesidad.

El subjuntivo es lógico, el subjuntivo es operativo (PDF), el subjuntivo es una forma estupenda de pasar el rato con los estudiantes, investigando las posibilidades del español. Las investigaciones y materiales de José Plácido Ruiz Campillo (esa obra maestra que es El ventilador) son la prueba. Pero el subjuntivo es «inútil» desde el momento en que un analfabeto nativo en lengua española lo usa siempre de forma correcta. Su operatividad cognitiva implica su inutilidad comunicativa, puesto que su recepción conlleva mecanismos de comprensión autónomos.

Algunos estudiantes de español como lengua extranjera saben que algo no cuadra. Y lo dicen. Y tienen razón.

    He concretado un poco más estas ideas en los comentarios a «La hora del léxico».

Cómo la evaluación destruye la educación. Un libro de Diane Ravitch (2010)

Diane Ravitch no es una persona irrelevante. Ha sido una de las responsables de implementar las políticas educativas en EEUU durante las presidencias de Bush y Clinton, en especial por lo que se refiere a la «accountability», es decir, el uso sistemático de evaluaciones que midan la «calidad» educativa («total quality management»).

Ravitch ha publicado un nuevo libro, en el que, en cierto modo, pide perdón por todo el daño que le ha hecho al sistema educativo norteamericano: The Death and Life of Great American School System: How Testing and Choice are Undermining Education (Basic Books, 2010). Sus conclusiones son claras:

  • la idea de evaluar el sistema educativo ha fracasado.
  • la evaluación del desempeño en el ámbito educativo se ha convertido en un fin en sí mismo.
  • evaluar la escuela es «mecanicista, contrario a la ética y contrario a la educación».
  • la calidad de las escuelas ha caído debido a la existencia de los sistemas de evaluación, con su legión de pedagogos e inspectores.
  • la «evaluación objetiva» no existe, no es posible un «barómetro» educativo.

En definitiva: la evaluación se está cargando la educación de las nuevas generaciones. Aquí tenemos a una de las máximas responsables en diseñar el sistema educativo norteamericano entre 1997 y 2004, entonando el «mea culpa» a través de libros, conferencias, artículos y en el blog Bridging differences.

Si bien no cree en recetas mágicas, considera que, al menos, hay tres medidas necesarias:

  • la escuela no es un lugar que debe enseñar a pensar, es decir, no es un lugar para la represión del conocimiento, y no es un lugar para domesticar en lo políticamente correcto. La escuela debe ser un espacio de aprendizaje y de libertad, no de evaluación punitiva.
  • se debe acabar con los cuerpos de «expertos», pedagogos e inspectores, es decir, con los policías de la evaluación que contribuyen a «undermining» (destruir los cimientos, socavar) la educación.
  • que el profesor dedique su tiempo a cultivar el conocimiento, en vez de estar pensando en cómo pasar el test de evaluación, del que dependen su sueldo, prestigio e incluso su propia vida.

Viniendo de alguien que ha participado en el montaje del mecanismo, no estaría mal tenerlos en cuenta.

  • Reseña en The Washintong Post.
  • Entrevista en Dallas News.
  • Palabras XL

    Poco a poco se están empezando a usar las apps en proyectos cientificos. Hay quien habla en este sentido de «minilaboratorios portátiles». El potencial de las aplicaciones radica en que permiten llegar a millones de personas. Aunque el éxito de un experimento con apps depende de la participación de los usuarios.

    Uno de los proyectos europeos que más repercusión está teniendo por ahora es Palabras XL (Science XL en inglés), que pretende conocer mejor la capacidad de leer del ser humano:

    Un aspecto fundamental de esta capacidad es el modo en el que somos capaces de decodificar de manera rápida y sin apenas esfuerzo las cadenas de letras, identificando a qué palabra se refieren para poder así acceder a su significado.

    La aplicación de Palabras XL (en español, vasco y catalán, entre otras lenguas) se basa en tareas de decisión léxica, es decir, hay que decidir si cada palabra que se nos presenta es real o inventada. La aplicación mide el tiempo de reacción y si la respuesta es correcta.

    El mecanismo es simple, pero depende de la participación masiva. Hay que tener en cuenta que, en el caso del español, la prueba se está haciendo con la variedad de los hablantes de España:

    Hibridaciones y serendipia en Málaga (4-6 julio 2011)

    Llega el verano y los cursos de verano. No sé cómo funcionan ahora, pero en mi época de estudiante los usaba para pasar las vacaciones gratis, ya que a los repelentes gafotas cuatro ojos que teníamos buenos expedientes académicos nos daban alojamiento y matrícula gratis. No me habría podido permitir pasar dos meses de vacaciones en El Escorial, Santander, Aguadulce, Baeza, Laredo etc. A veces en los cursos había alguna cosa interesante, pero vamos que eso.

    En fin, me dejo de batallitas, por desgracia ya demasiado lejanas, para recomendar un curso de verano que tengo la seguridad de que merece la pena por sí mismo: «Aprendizajes invisibles: hibridaciones entre el aprendizaje formal, informal y la serendipia» (Málaga, UNIA, 4-6 julio 2011). Pasar tres días con Cristóbal Cobo, John Moravec y Hugo Pardo Kuklinski por 90 euros es un lujo que merece la pena. Y, por lo que veo, los estudiantes pueden pedir beca (lo que parece que no ha cambiado es el papeleo kafkiano de la rancia administración de nuestro país).

    El lunes 4 de julio, Cristóbal Cobo se mete una sesión maratoniana de «aprendizaje invisible» muy completa. El martes, Moravec diserta como los buenos, en plan guru visionario, pero de los que saben lo que dice. Y el miércoles llega Pardo Kuklinski a rematar la faena. El tema de su intervención me parece muy interesante (la universidad y las marcas blancas), pero me suena a endogámico, más hecho pensando en los organizadores del curso que en el público asistente. Hubiera sido más acorde con el título del curso que se hablara de serendipia, un concepto que personalmente cada vez me parece más importante en términos educativos.

    El encuentro forma parte de la gira de presentación del libro Aprendizaje invisible. Hacia una nueva ecología de la educación (Col·lecció Transmedia XXI. Laboratori de Mitjans Interactius / Publicacions i Edicions de la Universitat de Barcelona, 2011), del que tengo poco más que decir después de leer la completa entrada que publicó ergonomic el otro día. Ahí pueden encontrar lo fundamental: la «sesuda crítica» de Kuklinski, la entrevista que adjunto más abajo, así como las «10 reflexiones sobre el aprendizaje invisible» recogidas en un acto en Barcelona.

    O mejor dicho, igual en otro momento escribo algo sobre eso, porque no estoy de acuerdo para nada con los puntos 3 y 6.

    Carla Bazzanella: «Numeri per parlare» (2011)

    Numeri per parlare (Laterza, 2011) es un breve y curioso ensayo que ha publicado (en colaboración) Carla Bazzanella (Università di Torino) sobre expresiones en diversas lenguas que contienen números.

    El uso de números forma parte de los recursos de intensificación que usamos para realzar lo que decimos, es decir, forma parte de nuestro «saber hacer» más expresivo.

    Un ejemplo puede ser la forma de indicar una grandeza exagerada. En italiano: «te lo he dicho cien veces» («l´ho ripetuto cento volte»). En danés: «te lo he dicho 117 veces». En francés: «te lo he dicho 36 veces». Y en español, no sé, a mí me sale: «te lo he dicho ochenta mil pares de millones de veces», será que soy muy exagerado (en todo caso, el número 8 suele estar presente).

    Esto nos lleva directamente a la sesión 2.1 de El ventilador, en la que se habla de «exageraciones» con números, tanto para intensificar como para atenuar: «llevo tres horas aparcando», «he visto esa película cienes y cienes de veces«, «espérame un segundo», o «hace un siglo que no te veo». Aunque hay de todo. Por ejemplo, en una novela picantona de las de kiosko, se puede leer.

    Otras veces, la autora se fija en un número concreto, caso del 5. En italiano «avere i 5 minuti» indica rabia, en inglés se dice «give me five» para expresar la complicidad entre personas. ¿Qué os sale lo primero en español? A mí, esto: «eso es cosa de cinco gilipollas y el del tambor, no hay que hacerles caso». Además, no todas las lenguas usan el sistema decimal. El danés, por ejemplo, se basa en múltiplos de 20.

    En fin, un libro para pasar un rato entretenido. Quien tenga más interés, que escuche el audio de la autora que he puesto aquí abajo.

    Eres lo que hablas. Un libro de Robert Lane Greene

    Robert Lane Greene es el autor de Johnson, un blog sobre lenguas en el que casi nunca me he fijado (igual hay que darle un repaso), y que mantiene The Economist. Hace poco hizo una buena selección de 5 libros sobre lingüística cognitiva en The Browser.

    Acaba de publicar un libro que está recibiendo mucha atención, pero que (solo he leído fragmentos) me parece que está escrito con cierta ligereza: You Are What You Speak. Grammar grouches, language laws and the politics of identity («Eres lo que hablas. Expertos gramaticales, normas lingüísticas y políticas identitarias», Delacorte Press, 2011).

    Greene parte de una posición que comparto: la lengua es comunicación entre hablantes; el resto es una cuestión de quién controla qué se habla y quién controla cómo se habla, es decir, es una cuestión de política y poder. El libro pone sobre la mesa muchos temas, con puntos de vista que en ocasiones me parecen contradictorios. En todo caso, es uno de esos libros que te interpelan y te hacen tomar posición. El índice que propone el autor es apasionante; su desarrollo, menos, cayendo incluso en la insustancialidad de los «libros de aeropuerto».

    Concuerdo con Greene cuando afirma que «cuanto más simple es una lengua, más rica es». Como dice, en frase memorable:

    Languages become simpler and more flexible in order to spread and succeed.

    Defiendo la importancia de un globish español, una lengua española internacional, simple y útil, que tome el puesto, junto al inglés, de lengua global (cosa que hoy no es ni de lejos, a pesar de la propaganda triunfalista con que se nos bombardea desde hace años). Las características «analíticas» de la lengua española, su simplicidad de pronunciación, sintaxis y vocabulario, la hacen especialmente apta para este fin.

    El autor analiza el uso político de las lenguas (la imposición del «afrikaans» como parte del estallido de la violencia en Suráfrica, o la división que se ha creado entre un turco escrito con caracteres latinos y otro escrito en caracteres árabes), denuncia el poder castrador de las academicas y fundaciones de policía lingüística (la Académie française, por ejemplo), considera que el kurdo, el galés, el catalán o el vasco están sometidos por el nacionalismo «violento» de lenguas superiores (algo que me parece contradictorio con lo anterior; además, al mismo tiempo, está encantado de que el hebreo haya resucitado gracias a su imposición como lengua nacional de Israel. ¿En qué quedamos? ¿imponer es bueno o es malo?). En la misma línea, al autor le parece bien que los suizos de habla alemana hayan creado su propio «alemán suizo», una lengua artificial y obligatoria que no tiene más función que la identitaria. Esto es la ley del embudo. La impresión es que Greene defiende una cosa y la contraria, sin un criterio claro.

    En otra parte del libro el autor se dedica a machacar a Lynne Truss (una especie de Lázaro Carreter inglesa, pero con más salero, defensora de la pureza del inglés por cualquier medio – miren la foto si no me creen). Es todo muy arbitrario, ya que la Truss se toma su papel de «estricta gobernanta» del idioma con mucho sentido del humor. Sin embargo, Greene tiene razón cuando habla de la fatuidad de ciertos «expertos» gramaticales, que se arrogan una presunta superioridad a partir de una perspectiva lingüística subjetiva. De hecho, en el ámbito hispánico tenemos ejemplos del peligro de jugar a los dardos sin ton ni son (lo normal es que te salten un ojo).

    Kristofer Flensmarck publica su nuevo libro de poemas en #BKFF

    Entiendo que es un asunto demasiado local, ya que se trata de un poeta que publica en sueco y que no tiene proyección fuera de Suecia, pero me ha llamado la atención por lo novedoso.

    El caso es que Kristofer Flensmarck (Escania, 1976) empieza a publicar en Twitter esta noche (a partir de las 21:00 horas) su nuevo libro, bajo el hasthag #BKFF.

    El poemario se llama Ingmar Bergman Kristofer Flensmarck Fragment (#BKFF), «sonata para dos instrumentos: Ingmar Bergman y Kristofer Flensmarck». Se editará en papel en otoño, en edición limitada. La obra trata de la crisis personal de Flensmarck (con divorcio de por medio) en el contexto de la muerte de Bergman en 2010, y de la subasta de sus bienes. Se trata de poemas que hablan del amor, el arte y el desencanto.

    He leído muy poco de Flensmarck, que me parece un poeta líquido, posmoderno, alguien capaz de mezclar un realismo descarnado con ciertas técnicas de la música pop (Brian Eno o Mogwai son dos de sus referencias) o del cine de Michael Haneke y Gus Van Sant. Interesa, pero cansa.

    Se considera representante de la nueva «dokumentärlyrik» («poesía documental») sueca. En Almanacka (2009), por ejemplo, los poemas son transcripciones de notas de la agenda de su abuela (poesía encontrada»). Y hace unas semanas publicó Navigation (2011), que se basa en los artículos de la Wikipedia que tratan sobre transporte marítimo.

    Entre Skinner y el disparate. Aprender idiomas en los años 50

    Cuando estudiaba lingüística aplicada a la enseñanza de lenguas (a principios de los 80), solíamos empezar directamente con el método comunicativo, tras un somero repaso a los anteriores, del natural al audiolingual, pasando por el de traducción inversa, etc.

    Al tratar de la influencia del conductismo, nunca faltaba alguna referencia al ejército de los Estados Unidos, que era quien había aplicado la «conducta verbal» de Skinner de manera más sistemática. Sin embargo, hasta ahora no había visto imágenes reales de cómo eran las cosas en esa época, inmediatamente anterior a Chomsky (cuyo innatismo está cada vez más en cuestión, pero que fue aire fresco entonces) y a los estudios cognitivos. En este artículo, que se titula «The history of America’s multilingual military» no solo hay un resumen del tema, sino enlaces a materiales audiovisuales producidos por el Defense Language Institute. Foreign Language Center (DLIFLC), puesto en marcha durante la II Guerra Mundial y que sirve de escuela de idiomas para los soldados norteamericanos.

    Lo que me ha llamado la atención es un documental de los años 50 que refleja fielmente la metodología conductista de la que hablan los libros: clases basadas en la repetición, ejercicios de «drills», laboratorios de idiomas, simulaciones, inmersión cultural de trapillo…, en fin, todo lo que barrimos con el «enfoque comunicativo», aunque algunos intentan volver a darnos gato por liebre con el truco de las «nuevas tecnologías».

    He seleccionado los 15 minutos centrales del documental, por si a alguien le interesan. El filme no tiene desperdicio, pero reconozco que la simulación en la camisería mexicana (en unos barracones de pegote, ordenados por zonas del mundo) me ha tocado la fibra sensible. El dependiente está muy en su sitio, a pesar del uniforme, y ese «aquí la tiene su tamaño, señor» me parece bien, aunque ¿alguien entiende qué número usa el cliente? Ahora bien, lo de escuchar pasodobles en las pausas entre clases me ha parecido ya muy friki, pero vamos que todo en general es un disparate. Y que Skinner me perdone.

    Un estudio de… esto… sobre la dis… vamos… sobre la fluidez

    Richard Aslin (University of Rochester) ha publicado un estudio sobre la importancia de los sonidos y pausas valorativas en el aprendizaje de una lengua; es decir, los típicos: «eh», «hum», «esto», «ah», etc. Hay una entrevista muy esclarecedora en la revista New Scientist.

    Aunque el estudio se centra en los beneficios para el aprendizaje de los niños, me parece que viene a reforzar algo que los profesores de ELE ya sabíamos a la hora de valorar la fluidez comunicativa (hasta en el DELE queda reflejado adecuadamente). Las pausas y sonidos de transición son estrategias para la adquisición de nuevo vocabulario, y para la elección o reformulación de la forma mejor en cada circunstancia. El experimento de la llave inglesa y el plátano es simple pero convincente.

    Concluye Aslin:

    Parents shouldn’t worry about modest levels «ums» and «ers» in what they say to their children. Disfluencies have a benefit. They help your child to learn language.

    Confianza, redes sociales y una divagación antropológica

    Una de las mejores entradas que he leído últimamente sobre la sociedad posdigital (sus organizaciones e instituciones) es «Trust and Networks» («Confianza y redes»), de Gideon Rosenblatt.

    No es el típico mantra del guru profesional, sino una reflexión realista que incide en la línea del conectivismo y el sharismo que defendemos en NodosEle.

    Para Rosenblatt, la sociedad posdigital (y sus organizaciones e instituciones) no se estructura en jerarquías sino en conexiones, y en ella no tiene cabida la evaluación externa. Su base es la confianza entre iguales autónomos. Este sería un resumen de los puntos básicos de su reflexión:

    1. Las redes consisten en conexiones voluntarias entre iguales autónomos.
    2. La confianza es la base de una red social, ya que la fortalece, la hace más flexible y eficiente.
    3. Las redes son las conexiones que permiten a los pares trabajar juntos.
    4. En una red no hay control externo. Una «evaluación del desempeño» impuesta destruye la confianza de la red colaborativa.
    5. La relación en la «red» se basa en el «trabajo» en la red. Trabajar es conectarse.
    6. La «confianza» consiste en no tener miedo a ser vulnerable.
    7. El principio básico en una red es el «respeto mutuo». Si hay respeto mutuo, las conexiones surgen de forma natural.
    8. Tenemos que salvaguardar la confianza para garantizar que nadie abusa de la autonomía de los nodos.

    No voy a traducir todo el post. Es simplemente perfecto, y no se trata de ninguna especulación teórica. Es la pura realidad. Las cosas funcionan así.

    Todo esto me suscita una pregunta de tipo «antropológico». ¿Hasta qué punto una sociedad como la española (sus instituciones y organizaciones también), en la que abunda la picaresca, la falta de cumplimiento de las promesas, el «engaño» a los otros como forma de «ser más listo», la falta de transparencia, el principio de autoridad, las jerarquías y los escalafones, la titulitis, las instancias con póliza y compulsa, la burocracia como forma de impedir la innovación, etc. tiene cabida en el mundo en que ya estamos viviendo?

    No es absurdo pensar que si nuestro país no cambia de «mindware», puede perfectamente iniciar una lenta y profunda decadencia en los próximos años.