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Abundance. The Future is Better Than You Think (2012) de Diamandis & Kotler

Le he echado un vistazo a otro de los libros de los que más se está hablando en 2012: Abundance: The Future Is Better Than You Think (Free Press), una especie de diálogo entre Peter Diamandis y Steven Kotler.

Quien me conoce sabe que abomino del buenrrollismo vacuo (hay mucho tonto solemne disfrazado de guru haciendo caja a costa de la ingenuidad o la pillería de más de algunos/demasiados), pero nunca estaré cerrado a una tesis optimista bien fundamentada.

En este libro, los autores -sobre todo Diamandis, fundador de Singularity University, una especie de campus de excelencia de Silicon Valley (chúpate esa)- argumentan de forma convincente en favor de su tesis:

el desarrollo tecnológico está mejorando a pasos de gigante las condiciones de vida de los seres humanos presentes y futuros.

En líneas generales, hay 4 ideas fuerza en el libro, que contiene numerosos ejemplos ilustrativos, a veces demasiado técnicos:

  • la tecnología está creciendo de forma exponencial, los tiempos se están acortando. De esta forma, los avances en informática, energía, medicina, educación etc. van a estar entre nosotros antes de lo que pensamos. Estamos en una carrera de aceleración que está cambiando nuestras vidas de forma imparable.
  • todo este inmenso desarrollo teconológico va en la dirección del DIY (do-it-yourself). La tecnologia es igual de accesible y barata para un adolescente como para un magnate de Silicon valley. Cualquier persona puede cambiar el mundo desde su casa, sin apenas inversión económica. Lo único que necesitamos es tener una idea o un proyecto. En eso consiste la abundancia, en la facilidad para hacer que esa idea o proyecto se extienda exponencialmente si así lo quieren los usuarios.
  • La rancia idea de solidaridad (es decir, de que el Estado le robe dinero al ciudadano para dárselo a unos tiranos que se lo quedan en el bolsillo) está dando paso a una vuelta a la idea liberal tradicional de filantropía. La gente está dispuesta a dar dinero para aquellos proyectos en los que cree (Flattr, IndieGogo…), permitiendo que una enorme cantidad de individuos y grupos se financien con aportaciones voluntarias. Lo mismo vale para las aportaciones billonarias de gente como Bill Gates como para el euro que uno en aporta en IndieGogo con el fin de que un grupo de música siga en activo.
  • los datos muestran que la Humanidad está reduciendo drásticamente la pobreza. En esta parte se refiere al famoso «rising billion», es decir, a esos 1.000 millones de personas que están mejorando en este momento de forma radical sus condiciones de vida gracias a las nuevas tecnologías. Poco a poco estas personas entrarán en el círculo virtuoso de la abundancia.

La verdad es que leer páginas tan bien argumentadas y documentadas supone un auténtico antidoto ante tanto idiota de la catastrofe como está apareciendo últimamente. Un libro imprescindible:

Por lo demás, la web es simplemente fabulosa, y el canal YouTube también.

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Too Big to Know (2012) de David Weinberger

De lo que va de 2012 me ha llamado la atención el nuevo libro de David Weinberger (Harvard University) Too Big to Know: Rethinking Knowledge Now That the Facts Aren’t the Facts, Experts Are Everywhere, and the Smartest Person in the Room Is the Room (Basic Books, 2012), sobre todo porque me parece que ahonda en las ideas conectivistas de George Siemens.

Weinberger intenta explicar la forma en que es posible manejar un conocimiento que ha dejado de ser manejable («too big to know»), es decir, una biblioteca que no cabe en ninguna estantería. Weinberger vuelve al tema generacional; piensa que su generación (y la mía) ha pensado el conocimiento como una serie finita de contenido preciso y fiable ordenado en repositorios, mientras que las nuevas generaciones lo ven como un flujo, es decir, como una red de discusiones y razonamientos que no tiene límites.

Pensábamos que el conocimiento era limitado, pero solo eran limitadas las estanterías

De este razonamiento viene una de las ideas que sustentan la obra: hemos pasado de la era del conocimiento como libro a la era del conocimiento como habitación, es decir, la persona más sabia en una habitación es la habitación («the Smartest Person in the Room Is the Room»). En el fondo, nada que no hubiera dicho Siemens en Knowing Knowledge (2004), un libro que tradujimos y publicamos en el Grupo Nodos Ele.

De hecho, las ideas de Weinberger no tienen nada que ver con lo que suele llamarse inteligencia colectiva, sino con lo que Siemens llamó inteligencia conectiva.

No se trata de que muchos sepan más que uno, sino de las relaciones que se establecen entre nodos dentro de una ecología del conocimiento, llamada aquí «room». Por ejemplo, tomemos una conferencia académica:

Si partimos de que el conocimiento está distribuído en red, la persona más inteligente de la sala de conferencias no será ni la que está hablando ni la inteligencia colectiva de los asistentes. La persona más inteligente de la sala será la propia sala, es decir, la red que conecta a los individuos y a las ideas en la sala.

No se trata de que las redes se estén convirtiendo en supercerebros con una conciencia propia. Lo que está pasando es que el conocimiento cada vez es más inseparable de la red que lo hace posible.

De ahí la importancia de las ecologías de aprendizaje, que deben tener un diseño adecuado, ya que en la propia conformación de la red reside el conocimiento y la inteligencia.

También en Caos Ordenado Relativo

Platify. Un Spotify para e-books

Platify | Lifty

Johanna y Pascal Denize son dos emprendedores suecos con una larga historia en la creación de empresas relacionadas con el mundo de la edición.

Están poniendo en marcha Platify – get read anytime, anywhere on any device, una especie de Spotify para libros, con el que esperan revolucionar el mercado de la lectura, del mismo modo que Spotify ha cambiado el de la música.

El software ya está desarrollado, y consiste en una interfaz de mediación entre editores y tabletas, con la posibilidad de marcar las páginas, hacer anotaciones, compartir listas y notas con otros usuarios, etc. Los ingresos siguen el modelo Spotify, basado en publicidad y suscripciones.

Por ahora, Platify se está probando en la funcionalidad Lifty, un servicio basado en e-books académicos de EEUU. Lifty se dirige fundamentalmente a estudiantes y ha puesto en circulación unos 2.000 libros, libres de derechos de autor.

Las obras, por el momento, solo pueden leerse en la red, pero pronto habrá aplicaciones para iPhone y Android.

El mundo de la edición electrónica está cambiando con tanta rápidez que es imposible saber si esta iniciativa cuajará, pero es indicativa de que las cosas se siguen moviendo en Suecia.

La estafa de la escuela comprensiva desde dentro

El otro día me hice eco del comienzo del nuevo curso escolar en Gran Bretaña, que se presenta marcado por la progresiva implantación de «free schools», que es la apuesta de David Cameron para liberalizar un sistema educativo en decadencia.

Investigando el tema llegué a la obra de Katherine Birbalsingh, y he leido en buena parte To Miss with Love (Penguin, 2011), un libro triste, pero apasionante; un libro que le ha costado a su autora, profesora de lengua, el despido de la escuela donde daba clases, una típica «comprehensive school» inglesa, basada en el igualitarismo más cerril y en los tópicos más manidos del laborismo. La LOGSE, vamos.

El libro es el diario de clase de una profesora que comprueba que todo lo que le han vendido como «escuela pública igualitaria» es una enorme mentira que tiene efectos letales sobre el aprendizaje y la educación: maquillaje de resultados y evaluaciones, para ajustarse a la media, cinismo de los directores (la autora transcribe conversaciones que ponen los pelos de punta), colegas profesores que bastante tienen con «sobrevivir», mientras llevan a sus hijos a la escuela privada, porque conocen la estafa desde dentro. La autora resume así su experiencia:

He visto cómo los chicos entraban en la escuela con 11 años; educados, con ganas de aprender, con ilusiones. He visto lo que la escuela les ha hecho en dos años; se han vuelto agresivos, vagos, resentidos.

Birbalsingh es jamaicana, y cuenta también una visita a una escuela solo para chicas (menudo escándalo segregacionista de género, ¿no?) en su país de origen. Allí no hay pizarras digitales ni ordenadores, pero el «ethos» es totalmente diferente. En la escuela jamaicana encuentra disciplina y respeto, así como un ambiente de aprendizaje auténtico y serio.

La autora ha descrito la escuela LOGSE británica desde dentro, llevada por su amor a la educación, que define como «make something better of their (students) lives». El libro traza un paisaje desolador, con el que muchos profesores españoles se sentirán identificados. En cierto modo, me recuerda a lo que cuentan en Deseducativos.

Cambiar este panorama es el reto que el gobierno británico ha decidido adoptar, con el inicio de la reforma «big society» y las «free schools» (con las que K. B. no está muy de acuerdo; yo, sí). Esperemos que en España no se reaccione demasiado tarde. El daño ya está hecho, con la LOGSE que impulsó un tal Pérez Rubalcaba, y desarrolló cuando era Ministro de Educación (1992-1993); lo malo es que tampoco hay atisbo ninguno de que en un Congreso de otro partido político pueda escucharse lo que dijo Katherine Birbalsingh en la Conferencia del Partido Conservador Británico (Birmingham, 5 octubre 2010). Y nos jugamos demasiado para eso:

Post veraniego. El PCIC en la red y la magia del B1

Como ya debe saber todo el mundo, el Plan curricular del Instituto Cervantes (PCIC) está en la red. Esto es algo que veníamos pidiendo desde que se publicó, de modo que es una buena noticia.

El PCIC desarrolla y fija los niveles de referencia para el español según las recomendaciones del Marco Europeo Común de Referencia (MECR). Es decir, ya tenemos en la nube las dos herramientas básicas con las que trabajamos los profesionales de la enseñanza de ELE.

Por lo demás -debe ser el verano que se acerca y me hace pensar cosas raras-, ¿no tienen la sensación de que el B1 se está convirtiendo en una especie de nivel contenedor que lo aguanta casi todo? Cursos, libros, pruebas. Si algo no está claro, ahí tenemos el B1 al rescate. Si los niveles del Marco fueran caramelos sugus, el B1 sería el de piña:

Los «niveles contenedor» han existido siempre; el «nivel intermedio», el «nivel umbral» (de nombre iniciático y connotaciones mágicas), han funcionado así en el pasado; no pasa nada grave, lo importante es saber lo que uno se trae entre manos -que si no, te puede pasar como a Mourinho, que se te pega entre los dientes.

Es como si la fascinación de atravesar el «umbral» se hubiera transmitido al más prosaico B1. ¿Existe el B1? ¿Existe la «magia del B1»? ¿Alguien más tiene esta impresión, o es cosa del veranito?

El äppärät de Shteyngart

Estoy leyendo a saltos (leo las novelas a saltos, es un género que me engancha poco) la tercera obra de uno de los pocos novelistas contemporáneos que no me aburre: Super Sad True Love Story, de Gary Shteyngart (Leningrado, 1972).

Se trata de una distopía de 350 páginas que algunos consideran, exageradamente, una especie de 1984 del siglo XXI.

La historia se desarrolla en un mundo futurista y angustioso, en el que la gente ya no lee libros y se comunica exclusivamente a través del «äppärät».

He encontrado un post escrito por Darío Weitz que lo describe mejor que yo:

En la novela, Shteyngart explica las características de un original dispositivo de persuasión social denominado «the äppärät». Se trata de un medallón que todos llevan colgado en el cuello, el cual trae toda la información personal de su usuario y permite que los demás no sólo sepan todo sobre uno, sino que además lo ubican en un ranking.

En palabras del autor: “Uno ingresa a un bar e inmediatamente todos saben que es la decimoséptima persona más fea en el mismo, aunque por otro lado también saben que está cuarta en el ranking de crédito financiero. El aparato permite establecer rankings de personalidad y de atractivo personal; también tiene una especie de pad emocional, de forma tal que uno observa a una persona que le gusta, el dispositivo mide los latidos del corazón y se lo indica a esa persona, quien registra esa información y puede decidir aceptar o rechazar el intento de levante”.

No solo eso. En la novela -y esto no lo cuenta Weitz-, el «aparato» almacena en tiempo real todos los pensamientos y las conversaciones del propietario. Lo curioso es que muchas de las ideas del autor ya existen -en forma de aplicaciones para dispositivos móviles, por ejemplo-, aunque aún no estén tan extendidas como en la Nueva York futurista del libro. Dice:

“Pienso que eventualmente nos fundiremos con los dispositivos tecnológicos. Puesto que cada año pierdo un 6% de mi humanidad, para el año 2018 seremos un aparato andante. Cada persona tendrá que tener un äppärät; en caso de no tenerlo, no será una persona civilizada, al menos en esa civilización que se viene”.

Hibridaciones y serendipia en Málaga (4-6 julio 2011)

Llega el verano y los cursos de verano. No sé cómo funcionan ahora, pero en mi época de estudiante los usaba para pasar las vacaciones gratis, ya que a los repelentes gafotas cuatro ojos que teníamos buenos expedientes académicos nos daban alojamiento y matrícula gratis. No me habría podido permitir pasar dos meses de vacaciones en El Escorial, Santander, Aguadulce, Baeza, Laredo etc. A veces en los cursos había alguna cosa interesante, pero vamos que eso.

En fin, me dejo de batallitas, por desgracia ya demasiado lejanas, para recomendar un curso de verano que tengo la seguridad de que merece la pena por sí mismo: «Aprendizajes invisibles: hibridaciones entre el aprendizaje formal, informal y la serendipia» (Málaga, UNIA, 4-6 julio 2011). Pasar tres días con Cristóbal Cobo, John Moravec y Hugo Pardo Kuklinski por 90 euros es un lujo que merece la pena. Y, por lo que veo, los estudiantes pueden pedir beca (lo que parece que no ha cambiado es el papeleo kafkiano de la rancia administración de nuestro país).

El lunes 4 de julio, Cristóbal Cobo se mete una sesión maratoniana de «aprendizaje invisible» muy completa. El martes, Moravec diserta como los buenos, en plan guru visionario, pero de los que saben lo que dice. Y el miércoles llega Pardo Kuklinski a rematar la faena. El tema de su intervención me parece muy interesante (la universidad y las marcas blancas), pero me suena a endogámico, más hecho pensando en los organizadores del curso que en el público asistente. Hubiera sido más acorde con el título del curso que se hablara de serendipia, un concepto que personalmente cada vez me parece más importante en términos educativos.

El encuentro forma parte de la gira de presentación del libro Aprendizaje invisible. Hacia una nueva ecología de la educación (Col·lecció Transmedia XXI. Laboratori de Mitjans Interactius / Publicacions i Edicions de la Universitat de Barcelona, 2011), del que tengo poco más que decir después de leer la completa entrada que publicó ergonomic el otro día. Ahí pueden encontrar lo fundamental: la «sesuda crítica» de Kuklinski, la entrevista que adjunto más abajo, así como las «10 reflexiones sobre el aprendizaje invisible» recogidas en un acto en Barcelona.

O mejor dicho, igual en otro momento escribo algo sobre eso, porque no estoy de acuerdo para nada con los puntos 3 y 6.

Carla Bazzanella: «Numeri per parlare» (2011)

Numeri per parlare (Laterza, 2011) es un breve y curioso ensayo que ha publicado (en colaboración) Carla Bazzanella (Università di Torino) sobre expresiones en diversas lenguas que contienen números.

El uso de números forma parte de los recursos de intensificación que usamos para realzar lo que decimos, es decir, forma parte de nuestro «saber hacer» más expresivo.

Un ejemplo puede ser la forma de indicar una grandeza exagerada. En italiano: «te lo he dicho cien veces» («l´ho ripetuto cento volte»). En danés: «te lo he dicho 117 veces». En francés: «te lo he dicho 36 veces». Y en español, no sé, a mí me sale: «te lo he dicho ochenta mil pares de millones de veces», será que soy muy exagerado (en todo caso, el número 8 suele estar presente).

Esto nos lleva directamente a la sesión 2.1 de El ventilador, en la que se habla de «exageraciones» con números, tanto para intensificar como para atenuar: «llevo tres horas aparcando», «he visto esa película cienes y cienes de veces«, «espérame un segundo», o «hace un siglo que no te veo». Aunque hay de todo. Por ejemplo, en una novela picantona de las de kiosko, se puede leer.

Otras veces, la autora se fija en un número concreto, caso del 5. En italiano «avere i 5 minuti» indica rabia, en inglés se dice «give me five» para expresar la complicidad entre personas. ¿Qué os sale lo primero en español? A mí, esto: «eso es cosa de cinco gilipollas y el del tambor, no hay que hacerles caso». Además, no todas las lenguas usan el sistema decimal. El danés, por ejemplo, se basa en múltiplos de 20.

En fin, un libro para pasar un rato entretenido. Quien tenga más interés, que escuche el audio de la autora que he puesto aquí abajo.

Eres lo que hablas. Un libro de Robert Lane Greene

Robert Lane Greene es el autor de Johnson, un blog sobre lenguas en el que casi nunca me he fijado (igual hay que darle un repaso), y que mantiene The Economist. Hace poco hizo una buena selección de 5 libros sobre lingüística cognitiva en The Browser.

Acaba de publicar un libro que está recibiendo mucha atención, pero que (solo he leído fragmentos) me parece que está escrito con cierta ligereza: You Are What You Speak. Grammar grouches, language laws and the politics of identity («Eres lo que hablas. Expertos gramaticales, normas lingüísticas y políticas identitarias», Delacorte Press, 2011).

Greene parte de una posición que comparto: la lengua es comunicación entre hablantes; el resto es una cuestión de quién controla qué se habla y quién controla cómo se habla, es decir, es una cuestión de política y poder. El libro pone sobre la mesa muchos temas, con puntos de vista que en ocasiones me parecen contradictorios. En todo caso, es uno de esos libros que te interpelan y te hacen tomar posición. El índice que propone el autor es apasionante; su desarrollo, menos, cayendo incluso en la insustancialidad de los «libros de aeropuerto».

Concuerdo con Greene cuando afirma que «cuanto más simple es una lengua, más rica es». Como dice, en frase memorable:

Languages become simpler and more flexible in order to spread and succeed.

Defiendo la importancia de un globish español, una lengua española internacional, simple y útil, que tome el puesto, junto al inglés, de lengua global (cosa que hoy no es ni de lejos, a pesar de la propaganda triunfalista con que se nos bombardea desde hace años). Las características «analíticas» de la lengua española, su simplicidad de pronunciación, sintaxis y vocabulario, la hacen especialmente apta para este fin.

El autor analiza el uso político de las lenguas (la imposición del «afrikaans» como parte del estallido de la violencia en Suráfrica, o la división que se ha creado entre un turco escrito con caracteres latinos y otro escrito en caracteres árabes), denuncia el poder castrador de las academicas y fundaciones de policía lingüística (la Académie française, por ejemplo), considera que el kurdo, el galés, el catalán o el vasco están sometidos por el nacionalismo «violento» de lenguas superiores (algo que me parece contradictorio con lo anterior; además, al mismo tiempo, está encantado de que el hebreo haya resucitado gracias a su imposición como lengua nacional de Israel. ¿En qué quedamos? ¿imponer es bueno o es malo?). En la misma línea, al autor le parece bien que los suizos de habla alemana hayan creado su propio «alemán suizo», una lengua artificial y obligatoria que no tiene más función que la identitaria. Esto es la ley del embudo. La impresión es que Greene defiende una cosa y la contraria, sin un criterio claro.

En otra parte del libro el autor se dedica a machacar a Lynne Truss (una especie de Lázaro Carreter inglesa, pero con más salero, defensora de la pureza del inglés por cualquier medio – miren la foto si no me creen). Es todo muy arbitrario, ya que la Truss se toma su papel de «estricta gobernanta» del idioma con mucho sentido del humor. Sin embargo, Greene tiene razón cuando habla de la fatuidad de ciertos «expertos» gramaticales, que se arrogan una presunta superioridad a partir de una perspectiva lingüística subjetiva. De hecho, en el ámbito hispánico tenemos ejemplos del peligro de jugar a los dardos sin ton ni son (lo normal es que te salten un ojo).

Kristofer Flensmarck publica su nuevo libro de poemas en #BKFF

Entiendo que es un asunto demasiado local, ya que se trata de un poeta que publica en sueco y que no tiene proyección fuera de Suecia, pero me ha llamado la atención por lo novedoso.

El caso es que Kristofer Flensmarck (Escania, 1976) empieza a publicar en Twitter esta noche (a partir de las 21:00 horas) su nuevo libro, bajo el hasthag #BKFF.

El poemario se llama Ingmar Bergman Kristofer Flensmarck Fragment (#BKFF), «sonata para dos instrumentos: Ingmar Bergman y Kristofer Flensmarck». Se editará en papel en otoño, en edición limitada. La obra trata de la crisis personal de Flensmarck (con divorcio de por medio) en el contexto de la muerte de Bergman en 2010, y de la subasta de sus bienes. Se trata de poemas que hablan del amor, el arte y el desencanto.

He leído muy poco de Flensmarck, que me parece un poeta líquido, posmoderno, alguien capaz de mezclar un realismo descarnado con ciertas técnicas de la música pop (Brian Eno o Mogwai son dos de sus referencias) o del cine de Michael Haneke y Gus Van Sant. Interesa, pero cansa.

Se considera representante de la nueva «dokumentärlyrik» («poesía documental») sueca. En Almanacka (2009), por ejemplo, los poemas son transcripciones de notas de la agenda de su abuela (poesía encontrada»). Y hace unas semanas publicó Navigation (2011), que se basa en los artículos de la Wikipedia que tratan sobre transporte marítimo.