El Institute for the Future de la University of Phoenix publicó hace unos meses un documento titulado Future Work Skills 2020 [pdf], en el que pretende cambiar la perspectiva a la hora de afrontar el trabajo.
Se trata de pasar de las clásicas prospecciones sobre «los trabajos más demandados dentro de una década», para centrarse en las habilidades más valoradas en el futuro, independientemente del trabajo que se haga.
De las 10 destrezas propuestas me quedo con estas 5, que me parecen las más relevantes:
- Creación de sentido («sense-making»), es decir, la capacidad para determinar el significado profundo de las cosas. Las máquinas no son capaces de codificar a partir de ciertos niveles complejos. La capacidad de darle sentido a las cosas nos ayuda a la hora de tomar decisiones basadas en análisis profundos. Deep Blue puede ganarle a Gary Kasparov, pero si le dices «no te tires a la piscina» es incapaz de captar el significado pragmático de la frase.
- Pensamiento adaptativo, es decir, la competencia que permite pensar y descubrir soluciones y dar respuestas, más allá de reglas y rutinas. Da igual si se trata de trabajos de alta especialización o de tareas de baja cualificación, lo importante es saber reaccionar eficazmente ante situaciones no previstas, más allá de los protocolos establecidos.
- Competencia intercultural, es decir, la capacidad de operar en diferenctes entornos culturales. La diversidad en los entornos de trabajo es un motor para la innovación. Parece bueno que en un equipo haya personas de diferentes edades, capacidades, conocimientos, formas de trabajar, formas de pensar, etc. La igualdad no crea nada nuevo. La diversidad, sí. Un libro de referencia es The Difference: How the Power of Diversity Creates Better Groups, Firms, Schools, and Societies, de Scott E. Page.
- Transdisplicinariedad, es decir, la capacidad para entender conceptos que pertenecen a diferentes disciplinas. «La transdiciplinariedad va más allá de juntar a investigadores de disciplinas diferentes para que trabajen en un equipo multidisciplinar. Estamos hablando de personas que pueden hablar el lenguaje de disciplinas diferentes. Por ejemplo, biólogos que entienden de matemáticas, o matemáticos que entienden de biología» (H. Rheingold).
- Pensar en diseño, es decir, la capacidad de diseñar tareas y procesos de trabajo eficaces. Esto incluye también el entorno físico de trabajo.
- Gestión de la información, es decir, la capacidad para discriminar y filtrar información según su importancia. Esta competencia tiene relación con el etiquetaje, la simplificación de sistemas complejos, y otros mecanismos cognitivos.
En todo caso, lo que me ha gustado más de este enfoque es que no se centra en el trabajo que se haga, sino en las destrezas generales. Otra cosa es que las cosas vayan por ese camino. Deberían, desde luego. Si las instituciones no evolucionan hacia entornos de trabajo más libres y abiertos pueden caer en una esclerosis que acabe con ellas.