Una de las mejores entradas que he leído últimamente sobre la sociedad posdigital (sus organizaciones e instituciones) es «Trust and Networks» («Confianza y redes»), de Gideon Rosenblatt.
No es el típico mantra del guru profesional, sino una reflexión realista que incide en la línea del conectivismo y el sharismo que defendemos en NodosEle.
Para Rosenblatt, la sociedad posdigital (y sus organizaciones e instituciones) no se estructura en jerarquías sino en conexiones, y en ella no tiene cabida la evaluación externa. Su base es la confianza entre iguales autónomos. Este sería un resumen de los puntos básicos de su reflexión:
- Las redes consisten en conexiones voluntarias entre iguales autónomos.
- La confianza es la base de una red social, ya que la fortalece, la hace más flexible y eficiente.
- Las redes son las conexiones que permiten a los pares trabajar juntos.
- En una red no hay control externo. Una «evaluación del desempeño» impuesta destruye la confianza de la red colaborativa.
- La relación en la «red» se basa en el «trabajo» en la red. Trabajar es conectarse.
- La «confianza» consiste en no tener miedo a ser vulnerable.
- El principio básico en una red es el «respeto mutuo». Si hay respeto mutuo, las conexiones surgen de forma natural.
- Tenemos que salvaguardar la confianza para garantizar que nadie abusa de la autonomía de los nodos.
No voy a traducir todo el post. Es simplemente perfecto, y no se trata de ninguna especulación teórica. Es la pura realidad. Las cosas funcionan así.
Todo esto me suscita una pregunta de tipo «antropológico». ¿Hasta qué punto una sociedad como la española (sus instituciones y organizaciones también), en la que abunda la picaresca, la falta de cumplimiento de las promesas, el «engaño» a los otros como forma de «ser más listo», la falta de transparencia, el principio de autoridad, las jerarquías y los escalafones, la titulitis, las instancias con póliza y compulsa, la burocracia como forma de impedir la innovación, etc. tiene cabida en el mundo en que ya estamos viviendo?
No es absurdo pensar que si nuestro país no cambia de «mindware», puede perfectamente iniciar una lenta y profunda decadencia en los próximos años.