Como ya debe saber todo el mundo, el Plan curricular del Instituto Cervantes (PCIC) está en la red. Esto es algo que veníamos pidiendo desde que se publicó, de modo que es una buena noticia.
El PCIC desarrolla y fija los niveles de referencia para el español según las recomendaciones del Marco Europeo Común de Referencia (MECR). Es decir, ya tenemos en la nube las dos herramientas básicas con las que trabajamos los profesionales de la enseñanza de ELE.
Por lo demás -debe ser el verano que se acerca y me hace pensar cosas raras-, ¿no tienen la sensación de que el B1 se está convirtiendo en una especie de nivel contenedor que lo aguanta casi todo? Cursos, libros, pruebas. Si algo no está claro, ahí tenemos el B1 al rescate. Si los niveles del Marco fueran caramelos sugus, el B1 sería el de piña:
Los «niveles contenedor» han existido siempre; el «nivel intermedio», el «nivel umbral» (de nombre iniciático y connotaciones mágicas), han funcionado así en el pasado; no pasa nada grave, lo importante es saber lo que uno se trae entre manos -que si no, te puede pasar como a Mourinho, que se te pega entre los dientes.
Es como si la fascinación de atravesar el «umbral» se hubiera transmitido al más prosaico B1. ¿Existe el B1? ¿Existe la «magia del B1»? ¿Alguien más tiene esta impresión, o es cosa del veranito?